El subibaja de ministras y calzones

POR ALEJANDRO CASTAÑEDA

A Evo Morales le gusta juguetear con el sexo. Un año atrás se la agarró con los pollos y lanzó una declaración que aún sigue retumbando en las cacerolas del Altiplano: comer mucho pollo -dijo- afianza la vocación gay y deja temblando a más de un varón. Fue, entonces, una mala noticia para las aves, que venían de alas caídas por culpa de la fiebre aviar. De golpe se desayunaron que, además de gripes fuertes, sus pechugas pueden generar drásticos cambios de hábitos. Despreciando parrillas y rotiserías, Evo explicó que no tenía nada contra los viejos gallineros, sino contra estos engordes a toda velocidad que les quitan días de vida a los animalitos y les inyectan chimichurris femeninos a sus comensales. Dijo que los pollos vienen cargados con hormonas suavecitas. Y que no hay guarnición que logre aminorar sus efectos.

Las dietas siempre levantan polvareda. Engordan panzas y bolsillos. Evo aclaró que el alto consumo de pollo despierta peligrosamente el costado femenino que todos tenemos. Y fue más lejos: "que no se sorprendan -agregó- si una noche, después de comer pollo, empiezan a sentirse distintos".

Esa declaración generó entonces más de un picoteo: los chefs y las ponedoras se quejaron y a los muchachos se les volaron las plumas. Como Evo puso la opción sexual al alcance de un menú parrillero, medio mundo lo acusó de machista, misógino y nutricionista alborotador. Y esta semana, estos calificativos reaparecieron con más virulencia.

La cosa fue así: el intercambio de coplas entre hombre y mujer es el acto central del carnaval del departamento de Cochabamba. Morales y la ministra de Transparencia de su gobierno, Nardy Suxo, protagonizaron en pleno desfile una payada subida de tono en las afueras del Palacio Quemado. El relato de Morales fue bien lejos: "Las ministras andan por los balcones/ pidiendo limosna para sus calzones"; "Estas bartolinas tienen mucha fama/ porque yo las llevo directo a mi cama"; "Este Presidente de buen corazón/ a todas las ministras/ les quita el calzón"; fueron algunas de las malas coplas cantadas por Morales. Corazón presidencial y calzones bajos, casi una política de Estado.

Allá, al menos, el tema de los sueldos de los funcionarios, se ventila en otras tertulias. Y Evo fue muy claro al canturrear que las paritarias se discuten en el dormitorio. Nada de lujos excesivos, le insinuó a su tropa: los ministros deben pedir limosna para sus calzones. Los viáticos están para darse los gustos y Ganancias se cobra en la cama.

RETRUQUE MINISTERIAL

La ministra Nardy Suxo le retrucó: "Nuestro presidente mujeriego es/ y cambia de chica en un dos por tres"; "Nuestro presidente muy pícaro es/, sólo quiere a una y se come a tres".

Evidentemente, hay mucha confianza en ese gabinete. Nardy acusó al primer mandatario de comerse a tres ¿ministras/os?, una dieta que más de un presidente seguramente practica, pero que se cuida de ir a los corsos para divulgarla.

Poder y sexo siempre andan juntos. El inusual evento sorprendió a los bolivianos y la mayoría criticó las coplas de Morales. "Presidente misógino y torpe", escribió en Twitter el cineasta y periodista Alfonso Gumucio Dagrón. "¡Qué manera de rendir culto al machismo", agregó el analista Hernán Maldonado, mientras que el periodista Humberto Vacaflor (un apellido que pone a los churrascos a la altura de los temibles pollos) calificó a Morales de "Presidente quita-calzón".

Es cierto. Bajarle el calzón a una ministra de la Transparencia es doblemente erótico. En estos días, cuando los jefes de gobierno viven recortando la autonomía ministerial y a cada instante les recuerdan a todos quién manda y quién obedece, las coplas de Evo constituyen otro avance del presidencialismo. Nada de apelar a voceros o a trascendidos: que los ministros sepan que están allí para bajarse lo que sea, pantalones o bombachas.

Algunos presidentes bajan líneas. Y otros bajan calzones. Son estilos.

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