El sueño terminó en una pesadilla

ENFOQUE

Por Eduardo Tucci

Nos habíamos hecho ilusiones con la propuesta que ofrecía en los papeles nuestra Selección Sub 20, fundamentalmente a partir de la presencia en el plantel de varios representantes de una camada de futbolistas que ha asomado con pretensiones en el medio local. Pero lamentablemente, a la hora de la verdad, todo se convirtió en un gran fiasco que llevó al representativo nacional a quedar casi al borde de la eliminación con el consiguiente castigo de no poder participar en el próximo Mundial de la categoría.

Indudablemente los negativos resultados observados en las tres presentaciones que el equipo de Trobbiani ha afrontado en Mendoza no hicieron más que ratificar el retroceso de un proyecto que tuvo su momento de esplendor mientras José Pekerman y Hugo Tocalli tuvieron las riendas de los juveniles. De aquel entonces sólo quedaron gratos recuerdos de actuaciones y resultados exitosos. Pero desde el alejamiento de los nombrados no se pudo dar en el clavo en la conformación de un bloque sólido, con juego coherente y equilibrado pese a que se contó con buen material humano.

Hemos andado a los tumbos los últimos tiempos sin poder alcanzar aquel poderío ni la solidez que los equipos nacionales juveniles observaban en cada contienda internacional. Un repaso de las conquistas de los menores de 20 años nos lleva a destacar la actuación de 1979 en Japón, cuando nuestro representativo se consagró con la presencia estelar de Diego Maradona.

Más acá en el tiempo los archivos nos devuelven los ecos de un ciclo realmente notable, con la obtención de los títulos en Qatar (1995), Malasia (1997), Argentina (2001), Holanda (2005) y Canadá (2007).

“Queremos que en este Sudamericano se recuerde a la Selección Argentina por jugar bien y por ganar, pero fundamentalmente por jugar bien al fútbol; hay que atraer a la gente y divertirnos, pero con seriedad”, fueron las definiciones que eligió el conductor del equipo nacional en la previa. Lamentablemente la realidad nos trasladó a otra realidad: un equipo sin brújula, con notables grietas en todas sus líneas y manejado con abruptos volantazos como la realización de seis variantes para jugar con Bolivia. Todo condujo a un final no deseado: un equipo que se desvaneció frente a rivales -que como en el caso del último partido-, observaron un discreto nivel en materia de calidad individual.

la base

Trobbiani arrancó la competencia con una base sustentada en el poderío de quienes fueron denominados los “cinco fantásticos”: Centurión, Lanzini, Alan Ruiz, Iturbe y Vietto. No funcionó y entonces vinieron las variantes sobre la marcha, que lo único que aportaron fue más confusión.

Alan Ruiz, por ejemplo, quedó afuera contra Bolivia y fue la figura argentina en el segundo tiempo al ser convocado para tratar de torcer el rumbo. ¿Por qué su ausencia inicial, entonces?

Lo cierto es que una vez más ha quedado demostrado que de nada valen sólo las individualidades -por más notables que sean ellas- sin un buen acople colectivo y sin la necesaria conducta para manejar los tiempos, el toque y la velocidad.

Bolivia, como antes habían demostrado Chile y Paraguay, rápidamente desnudaron las fragilidades argentinas y sacaron ventaja de la inexpresiva reacción de los nuestros al estar en desventaja.

momento critico

A la hora del balance, pase lo que pase de aquí al final del torneo, el peso de este crítico momento no deberá caer enteramente en los jugadores sino involucrar en un profundo replanteo a todos quienes algo tienen que ver con los destinos de nuestros representativos juveniles.

Los números también dejaron un balance deficitario en las tribunas: de las 20 mil personas que vieron el debut contra los chilenos, los sucesivos traspiés determinaron que sólo 3.000 se llegaran hasta el “Malvinas Argentinas” para presenciar el empate con sabor a nada frente a los bolivianos. La gente se cansó y lo hizo saber con silbidos y reprobaciones de todo tipo.

Ahora la clasificación depende de un milagro: si en la próxima jornada ganan Colombia y Paraguay los de Trobbiani llegarán al último partido con Colombia eliminados. De cualquier forma, a esta altura, y aunque en la ruleta de los resultados la suerte nos sonría, han quedado sobre la superficie enormes flaquezas que reclaman a los gritos un cambio de rumbo para apuntalar como corresponde el crecimiento de jugadores que prometen.

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