“Un balón envenenado”: el fúbtol y una antología para contar

Los pases entre literatura y fútbol, que muchas de las veces terminan en gol, es retomado con bríos en la antología “Un balón envenenado” que recoge entre otros muchos, textos de Eduardo Galeano, Miguel Hernández, Roberto Santoro, Mario Benedetti y Nicanor Parra.

La compilación publicada por la editorial española Visor, con un prólogo a cargo del propio editor Jesús García Sánchez y el poeta José Luis Montero, toma como título una frase futbolera que funciona como metáfora de lo impredecible: una pelota de trayectoria azarosa que lleva marcado su destino de red.

Dicha introducción repasa el tema en la historia: de la presión de Benito Mussolini a los árbitros en el Mundial de 1934, a la denominada “guerra del fútbol” en 1969 entre Honduras y El Salvador con miles de muertos tras la disputa de un partido entre selecciones de ambos países en la fase clasificatoria para el Mundial de México.

Asimismo, repara en un concepto descalificador -”rebaño”- usado cuando se coloca al fútbol, dicen, “en una misa laica” como la política y la religión, lugares donde “se establece la relación entre el yo y el nosotros”; y aclaran: “poner en duda la palabra `nosotros` significa renunciar a la comunidad, algo peligrosísimo porque eso lleva a entender la libertad como un valor antisocial”.

En el fútbol no hay antagonismo entre equipo e individualidad: “Da gusto aplaudir al yo que se niega a disolverse en un todo, pero que necesita dialogar y definir su libertad en la convivencia”.

Abunda en el libro textos dedicados a ídolos de distintas épocas -Pirri, Beckham, Zamora, Kubala, Pelé, Di Stéfano-; dos ejemplos: Benedetti escribe en “Maradona”: “Tu esperanza ya sabe su tamaño”, mientras José García Nieto dice del otrora astro del Real Madrid, Jacinto Quincoces, “tu rostro envolverá los caramelos”.

Leonel Messi cruza el campo en varias citas literarias, a modo de relampagueo: “Creo en la carnalidad del aire: Leo Messi”, acota Manuel Vilas, mientras que los prologuistas certifican que cuando el astro argentino recibe la pelota: “se para el tiempo”.

El libro rescata una polémica mantenida en 1928 por dos grandes poetas españoles; de un lado Rafael Alberti, quien escribió su oda al arquero Franz Platko, considerándolo artífice del triunfo que llevó al Barcelona a ganar la Copa de la Liga Española en 1928, (un dato no menor es que en la tribuna del citado encuentro estaba Carlos Gardel).

Del otro, Gabriel Celaya, hincha de la Real Sociedad, quien replicó con una “Contraoda” restándole méritos al arquero húngaro, adjudicando la derrota al “barro, y las patadas, y un árbitro comprado”.

Justamente sobre el rol del referí versa uno de los mejores textos del libro; “fútboladicto”, de Eduardo Galeano, quien afirma que el árbitro: “es arbitrario por definición… Su trabajo consiste en hacerse odiar…la multitud aúlla pidiendo su cabeza…Los derrotados pierden por él y los victoriosos ganan a pesar de él… Durante más de un siglo el árbitro vistió de luto. ¿Por quién? Por él”.

“Un balón envenenado” incluye 64 autores de España, El Salvador, Argentina, Chile, Uruguay, Nicaragua, México, Perú, Colombia y Ecuador, y da primacía a la poesía por sobre los textos en prosa. Entre los argentinos figuran Leónidas Lamborghini, Horacio Salas, Baldomero Fernández Moreno, Manuel Mujica Láinez, Osvaldo Picardo y Roberto Santoro.

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