Dios habla por Jesús

Escribe Monseñor DR. JOSE LUIS KAUFMANN

Queridos hermanos y hermanas.

La Palabra de Dios afirma: “Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo, a quien constituyó heredero de todas las cosas y por quien hizo el mundo” (Hebreos 1, 1-2). En efecto, Jesús, el Hijo de Dios nacido de María Virgen por obra del Espíritu Santo, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Eterno Padre. En Jesús lo dice todo y no habrá otra palabra más que ésta.

San Juan de la Cruz (+1591), expresa al respecto: “Porque en darnos [Dios], como nos ha dado a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra, y no tiene más que hablar... porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en l, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad” (Subida al Monte Carmelo, 2, 22).

Nosotros creemos que el cristianismo, por ser la alianza nueva y definitiva, nunca pasará; y que no hay que esperar otra revelación pública antes de la manifestación gloriosa de nuestro Señor Jesucristo al final de los tiempos. Pero, aunque la Revelación de Dios a la humanidad está concluida, no está completamente explicitada; por lo tanto, corresponderá a nuestra fe cristiana el ir comprendiendo gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos, lo cual es competencia del Magisterio de la Iglesia.

Todos sabemos que, en el transcurso de los siglos, ha habido revelaciones llamadas “privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia; pero tales revelaciones privadas no pertenecen al depósito de la fe. Su papel no es el de mejorar o completar la Revelación definitiva de Jesucristo (pues está definitivamente completa) sino la de ayudar a vivir mejor en una época determinada de la historia.

El llamado “sentir de los fieles” (sensus fidelium), guiado por el Magisterio de la Iglesia, sabe discernir y recibir lo que en estas revelaciones privadas constituye una llamada auténtica de Jesús o de sus santos a la Iglesia de Dios.

Nuestra fe cristiana no acepta y, por lo tanto, los cristianos no podemos aceptar “revelaciones” que pretendan superar o corregir la Revelación de la que Jesús es la perfecta plenitud, a la que no cabe ningún añadido. En cambio existen ciertas religiones no cristianas y también algunas sectas que se fundan en manifestaciones o revelaciones que no coinciden ni se identifican con la Revelación hecha por Dios y corroborada por signos y prodigios sobrenaturales.

Finalmente cabe una pregunta. Si Dios se ha manifestado por medio de su Palabra, que es Jesús, ¿por qué le resulta más fácil a mucha gente creerle a los personajes de la historia que vivieron algunos años y se murieron, y no creen a Dios - Creador de lo visible y de lo invisible - que quiere la felicidad de cada uno?

“¿Por qué se amotinan las naciones y los pueblos hacen vanos proyectos?... Voy a proclamar el decreto del Señor: El me ha dicho: ‘Tú eres mi Hijo, hoy yo te he engendrado. Pídeme, y te daré las naciones como herencia, y como propiedad, los confines de la tierra... ­Felices los que se refugian en el Señor!” (Salmo 2)”.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE