Dos hombres, una mujer y el retrato de una época

Se presenta en la Ciudad la obra “Malafemmena”, que gira en torno a la figura de Eva Perón y su tiempo

DIEGO AROZA Y RICARDO IBARLÍN PROTAGONIZAN LA OBRA DE LAURA COTON, CON DIRECCIÓN DE CLAUDIO RODRIGO

Dos religiosos comparten su vida en una humilde parroquia. Hasta allí, un día de 1949, llega Eva Perón para llevar su ayuda y su ideario. Los hombres no podrán permanecer indiferentes ante semejante personaje y su amistad atravesará una profunda crisis que superarán a su manera.

Este es el planteo de “Malafemmena”, la obra de Laura Coton que se presentará este sábado en el Teatro Estudio, bajo la dirección Claudio Rodrigo, con las actuaciones de Diego Aroza, como el sacristán Silvestro, y Ricardo Ibarlín, como el cura Pasqueale.

“La obra narra dos encuentros del cura y el sacristán con Eva, uno en 1949 y otro en 1950. Son dos encuentros que modifican a los dos y nos hacen pensar en cómo la política nos atraviesa y nos interpela, sobre todo con un personaje tan fuerte como la figura de Eva. Esos encuentros enfrentan a los protagonistas aunque luego, a su modo, lo resuelven”, cuenta el director de la obra.

Se trata del retrato de una época convulsionada, donde el odio, el amor, la veneración y la desconfianza atravesaban el tejido social, dejando poco espacio para los indiferentes.

“Lo interesante del enfoque de la autora es cómo muestra el efecto de Eva sobre todos los que la rodean, tanto los que vivieron su época como lo que se generó luego de su muerte. La autora no la hace aparecer a Eva sino que cuenta a Eva a través de estos dos personajes y su impronta en ellos. A partir de ahí uno empieza a descubrir los distintos discursos de la época sobre ella”, cuenta Aroza, quien encarna al personaje del sacristán.

No obstante el trasfondo histórico y social en el que transcurre, la obra propone distintos niveles de lectura, tal como lo señala Ricardo “Mono” Ibarlín, otro de los protagonistas: “A mí hay dos cosas que me llaman la atención de la obra. En primer lugar, más allá de las situaciones políticas que aparecen, el rescate de la amistad entre Pascuale y Silvestro, sin importar las diferencias ideológicas que puedan tener; y, por otro lado, la necesidad de ella de que ocurra un milagro con uno de ellos. Ella buscaba su sanación y confiaba en que Pascual podría hacerlo. Para mí, estos dos aspectos son los más profundos porque son los más humanos. Y esto es algo difícil de encontrar en un texto en el que está presente la figura de Eva porque siempre surgen otro tipo de lecturas, habitualmente más políticas”.

EL ELEMENTO HUMANO

Como director de la obra, Rodrigo apoya esta línea de lectura y subraya su planteo: “La autora pone a Eva en una situación muy humana, más allá de su contexto político y todo lo que ella significaba, y a mí también me interesaba colocar a estos dos personajes en esa faceta contradictoria del ser humano, frente a Eva, frente al hecho político, a ellos dos en su entorno cotidiano”.

Por su parte, Aroza agrega: “Al personaje de Silvestro, la figura de Eva le remueve su pobreza, y por eso se identifica con ella después del primer encuentro. Aunque su situación como sacristán le había permitido dejar atrás ciertas necesidades en lo personal, el diálogo con ella le recuerda sus orígenes, un idioma común, y se convierte en un soldado de Eva. No obstante, el enfrentamiento con Pascuale, el cura, nunca llegará al quiebre porque siempre se impone su relación personal, ese profundo rasgo humano que Ricardo resaltaba de la obra, que está marcado por un pasado común como inmigrantes, la pobreza y un montón de puntos que los unen”.

Cura y sacristán son oriundos de Nápoles, de donde proviene el modismo “Malafemmena” que da nombre a esta obra que tendrá su tercera y última función este sábado a las 23 en el escenario del Teatro Estudio, calle 3 entre 39 y 40.

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