Jesús nació de santa María Virgen
| 11 de Agosto de 2013 | 00:00

Escribe Monseñor DR. JOSE LUIS KAUFMANN
Queridos hermanos y hermanas.
Jesús fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo; es decir, la Virgen María concibió al Hijo eterno de Dios en su seno por obra del Espíritu Santo y sin la colaboración de varón: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”, le dijo el Angel en la Anunciación (Lc 1, 35).
Dios eligió gratuitamente a María desde toda la eternidad para que fuese la Madre de su Hijo.
Para cumplir esta misión Ella fue concebida inmaculada, es decir sin mancha de pecado.
Esto significa que, por la gracia de Dios y en previsión de los méritos de Jesucristo, María fue preservada del pecado original desde el primer instante de su concepción en el vientre de su madre.
Los Padres de la tradición oriental llaman a la Madre de Dios “la Toda Santa”, y la celebran “como inmune de toda mancha de pecado y como plasmada por el Espíritu Santo y hecha una nueva criatura” (LG 56).
Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.
Al anuncio de que ella dará a luz al “Hijo del Altísimo” sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo, María respondió por la obediencia de la fe, segura de que para Dios todo es posible. Así, dentro del consentimiento a la Palabra de Dios, María llegó a ser Madre de Jesús y, aceptando de todo corazón la voluntad divina de Salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la Persona y a la obra de su Hijo único, para servir - en su dependencia y con Él - por la gracia de Dios, al misterio de la Redención.
María, la Virgen, es verdadera Madre de Dios porque es la Madre de Jesús. Y, aquél que fue concebido por obra del Espíritu Santo y fue verdaderamente Hijo suyo, es el Hijo eterno de Dios Padre. Es Dios mismo.
Desde las primeras formulaciones de la fe, la Iglesia ha confesado que Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder el Espíritu Santo, afirmando también el aspecto corporal de este suceso: Jesús fue concebido sin elemento humano, por obra del Espíritu Santo.
Los Primeros Teólogos ven en la concepción virginal el signo de que es verdaderamente el Hijo de Dios el que ha venido en una humanidad como la nuestra.
La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre.
En efecto, el nacimiento de Jesús, lejos de disminuir, consagró la integridad virginal de su Madre (cf. LG 57).
Jesús es el Hijo único de María Virgen, pero la maternidad espiritual de María Inmaculada se extiende a todos los seres humanos a los cuales Él vino a salvar: “Dio a luz al Hijo, al que Dios constituyó el mayor de muchos hermanos (cf. Rom 8, 29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor de Madre” (LG 63).
La mirada de la fe, unida al conjunto de la Revelación, puede descubrir las razones misteriosas por las que Dios, en su designio salvífico, quiso que su Hijo naciera de una Virgen.
Estas razones se refieren tanto a la Persona y a la misión redentora de Jesús como a la aceptación por María de esta misión para con los hombres.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros - pecadores - ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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