Enrique Roberto Vidal

Excelencia académica, vocación de servicio, pasión por la cultura y calidad humana caracterizaron a Enrique Vidal, docente de vasta trayectoria en establecimientos educativos de la Región que falleció a los 58 años.

Hijo de Delia María Tadeira, ama de casa y costurera, y Enrique Roberto Vidal, administrador de la empresa de autotransporte “Flecha de Oro” (Línea 520), había nacido en nuestra ciudad el 4 de junio de 1955.

El apacible barrio de 117 y 531, en la localidad de Tolosa, fue escenario de la infancia compartida con su hermana, Delia María.

Tras completar los estudios primarios en la Escuela Nº79, de Tolosa, y los secundarios en el Industrial “Albert Thomas” y la Media Nº1 de Ensenada, optó por inscribirse en la facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata, para seguir la carrera de Letras.

Apenas egresado, se volcó a la enseñanza de lleno. A lo largo de casi tres décadas, formó estudiantes desde las aulas de los colegios Nacional “Rafael Hernández” y Del Centenario; las escuelas Anexa “Joaquín V. González”, Italiana y Media Nº1 de Magdalena; y el Bachillerato de Bellas Artes.

Conferencista ameno y siempre bien documentado, fue convocado en múltiples oportunidades para coordinar cursos y talleres literarios que teñía con su impronta rigurosa y generosa a la vez.

Avido lector, la amplitud de sus intereses culturales lo llevó a convertirse en un verdadero especialista en música -particularmente clásica y operística- e historia del cine.

Los ámbitos teatrales, tanto en el circuito comercial como el independiente, tampoco le fueron ajenos. Y era habitual divisarlo entre el público tanto en el Colón porteño como en el Argentino.

Radicado en la zona de plaza Azcuénaga (19 y 44), hincha de Gimnasia y Esgrima en el plano futbolístico, la personalidad serena, confiable y siempre bien predispuesta del “Negro” -como se lo conocía con afecto- le granjeó el cariño de sus convecinos.

La presencia de amigos, colegas y estudiantes de varias generaciones, en el momento de brindarle el último adiós, documentó la admiración y el agradecimiento de quienes lo consideraron, a la vez, faro ético y guía intelectual.

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