La creatividad, el ingenio y la ironía en la respuesta
| 16 de Marzo de 2014 | 00:00

Por SILVANO J. TREVISÁN
Ingeniero
Siendo aún muy joven, Albert Einstein había expuesto varias veces la misma conferencia, a tal punto que su chofer, que siempre lo acompañaba, se la sabía casi de memoria. Un día, el joven científico manifiesta estar aburrido de repetir siempre lo mismo. “Lo puedo sustituir por una vez”, le propone el asistente. Einstein acepta, se cambian de ropa y, aprovechando que el científico no era conocido aún, invierten los roles. La exposición no mereció objeciones, pero a su término, un académico del público le formuló una pregunta aclaratoria. El chofer, obviamente, no tenía ni la menor idea de cuál podía ser la respuesta, pero tuvo un golpe de inspiración y contestó: “La pregunta que me formula es tan sencilla que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda”.
Mas allá de la veracidad del episodio –personalmente me resulta poco creíble- la anécdota es un buen ejemplo de la importancia que tiene una reacción oportuna, rápida e ingeniosa para superar una contingencia azarosa
También hay niños que muchas veces ponen en aprietos a sus padres y maestros con preguntas que revelan su precoz desarrollo intelectual y su insólita curiosidad.
“Ma, Adán y Eva ¿tenían ombligo?” o, “¿Por qué cuando caminamos bajo la lluvia levantamos los hombros? ¿Acaso nos mojamos menos?” o, “¿Por qué nunca falta alguien que sobra?”
“Pa, ¿Cómo puedo desprenderme de un boomerang? o, “Muy pocas personas entienden a Einstein. Si nadie me entiende a mi ¿soy un genio?”
“Señorita, ¿Dónde está la otra mitad de Medio Oriente? o, “Si cárcel y prisión son sinónimos ¿por qué carcelero y prisionero son antónimos? o, “¿No sería mejor preguntarse dónde vamos a seguir, en vez de dónde vamos a parar?”
Pero parece que ya desde su aparición, el homo sapiens se ha hecho algunos cuestionamientos: “¿Para qué tengo tantos huesos?” “¿Qué hago con estas piedras?” “¿Para qué me sirve el fuego?” ”¿Y si me pongo de pie…?”
La inventiva y espontaneidad de dichos, preguntas y respuestas produce, en todos los casos, efectos humorísticos que provienen de proyectar una manera de entender el mundo no convencional y, por lo tanto, de expresar siempre lo inesperado. Estos recursos se utilizan con frecuencia en chistes breves o tiras cómicas, como las que se citan a continuación.
La escena en un restaurante. El mozo atiende a una pareja. “¿Qué le sirvo al señor?” “A mi traeme una langosta a la termidor y un champagne Juve et Camps, reserva 1954”. “Excelente decisión. ¿Y a su esposa?” “¡Mandale un e-mail y decile que la estoy pasando bárbaro!”
Decía el antiguo 9º Mandamiento: “No desear la mujer de tu prójimo”.” “Y digo yo: al hombre de tu prójimA, ¿Se lo puede desear?” (Mafalda).
“¿Por qué la Torre de Pisa está inclinada?”, me preguntó un alumno. “Porque tuvo más suerte que las Torres Gemelas”:
Un cordobés totalmente pelado le dice, sobradoramente, a un hombre que tenía una joroba prominente: “Chei negro, ¿Qué llevás en la mooochila? “Tu peine y tu shampoo, ¡Idiota!”
La madre le pregunto a su hijo, no muy adicto al trabajo. “Hijo ¿Qué vas a hacer hoy”. “Nada, ma”, respondió el holgazán. “Pero eso mismo hiciste ayer, hijo”. “Sí ma, pero no terminé”.
Un peatón platense tropezó en una de las veredas deterioradas de la ciudad. Cayó de bruces, quedando de rodillas, con las manos y antebrazos apoyados sobre la vereda y la cabeza entre ellos. Una señora mayor se acercó y con voz muy dulce, tierna e ingenuamente le preguntó: “¿Se cayó, señor?” “¡No…! ¡Le estoy rezando a la Meca!”
También la literatura, la historia, la ciencia, la política y la inventiva popular han enriquecido el anecdotario con una enorme cantidad de respuestas, preguntas o comentarios que ponen en evidencia la celeridad, el ingenio o el sarcasmo, de mentes privilegiadas al responder a un agravio, a un desplante, o a un comentario cualquiera. Es que ser creativos en el quehacer cotidiano, en la relación con el otro, o en la profesión, puede ayudarnos a solucionar algunos inconvenientes y permitirnos salir airosos en situaciones adversas. Pero no nos engañemos, no es tarea sencilla. Responder exitosamente, con una réplica brillante que desarme al oponente, requiere –dicen los psicólogos- pensar rápido, sentirse seguro, no perder la calma, no ofender, concentrarse en la respuesta más que en el ataque, tomar algo de lo que dice el otro, recurrir a una humorada, ser diplomático, etc.
Muchos son los maestros en este difícil arte de las contestaciones drásticas, punzantes, enérgicas o mordaces: Winston Churchill, Mark Twain, Oscar Wilde, Ernest Hemingway, William Faulkner, Charles Chaplin, Albert Einstein, George Bernard Shaw…, entre otros. Veamos algunas de ellas, no por conocidas menos geniales.
Charles Chaplin (Inglés, 1889-1977)
“Lo que he admirado siempre de usted es que su arte es universal. Todo el mundo lo comprende y admira”, le expresa Einstein.
“Lo suyo es mucho más digno de respeto. Todo el mundo lo admira y prácticamente nadie lo entiende”, responde Chaplin
Albert Einstein (Alemán, 1870-1955)
¿Me puede usted explicar por qué la fórmula E=m.c2, expresa la Teoría de la Relatividad?”, pregunta un periodista” “¿Me puede usted explicar cómo fríe un huevo?”, responde Einstein. “Pues sí, claro que puedo”. “Bien, hágalo, pero imaginando que yo no sé qué es un huevo, ni una sartén, ni el aceite, ni el fuego”.
“Profesor, ¿qué es la Relatividad?”, pregunta un joven alumno
“Cuando te sientas con una hermosa chica dos horas y te parecen dos minutos…; cuando te sientas sobre una estufa caliente dos minutos y te parecen dos horas… ¡Esa es la relatividad!”
Norma Jean Mortenson (“Marilyn Monroe”) al encontrase con el científico y no saber de qué hablarle le dijo: ”Albert, con su inteligencia y mi belleza, tendríamos hijos perfectos”. ¿No has pensado -contestó Einstein- en la posibilidad de que resulten con mi belleza y tu inteligencia?”. (Nota: no hay acuerdo respecto de la veracidad de esta anécdota, ni de quiénes la protagonizaron. Algunos, la atribuyen a G.B. Shaw y la bailarina Isadora Duncan)
“Dr. Einstein; ¿Cuáles son las cosas infinitas?” “Sólo hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana… y de la primera no estoy muy seguro”.
Jorge Francisco Isidoro Luis Borges (Argentino, 1899-1986)
Al final de una conferencia le preguntan: “¿A qué atribuye usted que todavía no le hayan entregado el Premio Nobel de Literatura?”
“A la sabiduría sueca”.
Un entrevistador europeo, tratando de ponerlo en una situación incómoda, provocativamente le pregunta: ”En su país ¿todavía hay caníbales?”
“Ya no, nos los comimos a todos”
Un día, cuando bajaba demasiado rápido una muy empinada escalera, un asistente, temiendo que su deficiente visión lo hiciese caer, le recomendó: “¡Por favor, baje usted más despacio! “Pero no soy yo –aclaró Borges-, es Newton”.
Mientras firma ejemplares en una librería, un admirador se acerca y le dice: “¡Maestro, usted es inmortal!”. ”¡Vamos hombre, -contesta Borges- no hay que ser tan pesimista!”
“En política no nos vamos a poner de acuerdo, porque yo soy peronista”, le expresa un escritor argentino.
“¿Cómo que no…? Yo también soy ciego”
Sir George Bernard Shaw (Irlandés, 1856-1960)
“¡Qué hermosa es usted!”, Piropeó Shaw a una bella dama.
“Lástima que yo no pueda decir otro tanto de Ud”, le contestó, desdeñosa, la señora. “En ese caso -replicó con agudeza el gran dramaturgo- haga como yo: mienta”.
“Estimado W. Churchill y muy digno Primer Ministro: tengo el honor de invitarlo al estreno de mi obra Pigmalión. Venga y traiga un amigo… si lo tiene”. (Firmado G.B.Shaw)
“Agradezco al ilustre escritor la honrosa invitación. Infelizmente, no podré concurrir a la primera presentación. Iré a la segunda… si la hay.” (Firmado: W. Churchill)
“¿Cuál es su opinión sobre los políticos y sus ideas?” “Los políticos son como los pañales: hay que cambiarlos seguido… y por las mismas razones. En cuanto a sus ideas, ellas son como las pulgas: saltan de unos a otros, pero no pican a todos”.
Winston Leonard Spencer Churchill (Inglés, 1874-1965)
La parlamentaria Laborista Bessie Braddok, lo acusó de estar borracho. Churchill, conservador hasta el caracú, le retrucó: “Bessie: si yo estoy borracho, tú eres fea, y mañana por la mañana, yo estaré sobrio y tú seguirás siendo fea.”
No le gustaba que interrumpieran sus discursos cuando hablaba en el Parlamento inglés. Otra diputada de la oposición pidió la palabra y con tono alto e imperativo le expresó: “Señor Ministro: si Vuestra Excelencia fuese mi marido yo pondría veneno en su café”. Churchill, con mucha calma, se quitó las lentes y, en medio de un gran silencio, respondió: “¡Y si yo fuese su marido, me tomaba ese café!
A un grupo de opositores que criticaban desde el anonimato su gestión de gobierno, les contestó: “¡Quienes de mi hablan mal a mis espaldas, mi culo contemplan!””
“Sir Winston: ¿Cuándo un político se transforma en estadista?”
“Un político se convierte en un estadista cuando piensa en las próximas generaciones y no en la próximas elecciones”
Julius Henry “Groucho” Marx. (Norteamericano 1890-1977)
Sobre la lápida de mármol blanco que cubre su tumba, hizo grabar: “Disculpen, que no me levante”
“¿Cómo terminan los matrimonios?”, le preguntaron. “Algunos terminan bien; otros duran toda la vida”, respondió.
Alejandro Dumas (Padre) (Francés, 1802-1870) Tras publicar su libro “El vacío doloroso” fue visitado por un colega quien le comentó “El título carece de sentido: el vacío no puede ser doloroso”. “¿Qué no? ¡Cómo se ve que nunca te ha dolido la cabeza!”
Abraham Lincoln (Norteamericano, 1809-1865). Interrumpido bruscamente por una persona que le gritó: “¡Tengo qué pagar un dólar para oír y ver al hombre peor de todo Estados Unidos!”. “Me temo, señor, que Ud. pagó un dólar por ese privilegio, que yo lo tengo gratis”.
Terry Pratchett (Escritor Inglés, 1948). Recordando un pasaje de la Biblia expresó: ”En un principio no había nada. Y el Señor dijo: hágase la luz; y todavía no había nada, pero ahora se podía verlo”.
Millór Fernandes. (1923-2012). “¿Cuál es la diferencia entre una gallina y un político?” Inquirieron al escritor y humorista brasilero. “Que los dos cacarean, pero la gallina pone los huevos”.
Ludwig van Beethoven (Alemán, 1770-1827): “¿Qué es un egoísta?”, le preguntaron “Aquel que piensa más en sí, que en mí”, contestó el genial compositor
Jacinto Benavente (Español, 1866-1954). En una de sus habituales reuniones elogiaba a Ramón María del Valle Inclán, a quien consideraba uno de los más valiosos escritores españoles. “No opino lo mismo que usted”, sostuvo uno de los contertulios. Don Jacinto, con su proverbial agudeza, le replicó inmediatamente: “A lo mejor estamos equivocados los dos”.
Y para terminar, otra lúcida respuesta del gran Carlitos. “Señor Chaplin ¿Considera usted que el dinero contribuye a la felicidad humana?”
“Relativamente. Con dinero puedo comprar un crucifijo, pero no la fe; puedo comprar el lujo, pero no la belleza; puedo comprar un lugar en el cementerio, pero no un sitio en el cielo”.
Como diría cualquiera de los maestros aquí citados, creo que las expresiones ingeniosas que he recopilado, conforman una lista maravillosa… pero no es ésta.
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