“No le tengo miedo ni al miedo”

Jorge Cauterucci sospecha que detrás de algunos de los últimos asaltos está la mano de un ladrón al que alguna vez golpeó y ahora le escribió una carta para aliviar la bronca. O por lo menos traducirla en palabras.

“Quiero tratar de entenderte o que me digas por qué a mí y por qué tantas veces”, plantea Jorge en ese texto que no tiene destinatario, ni destino. Dice, también, “no le tengo miedo ni al miedo, porque la vida me castigó muchas veces” y fantasea con la idea de encontrarlo cara a cara: “Si te tengo que pedir perdón te lo pido, pero no me jodas más. Mis amigos no quieren que yo me muera y supongo que los tuyos quieren lo mismo”.

Después del último robo, las autoridades de la comisaría Segunda asignaron a policía caminante para que recorra la cuadra en horario comercial.

El comercio de Jorge tiene mucha historia. Detrás está su casa. Ahí trabajo con él su hijo Guido. Ahí recibe a su otro hijo cuando vuelve de la facultad para comer juntos. Ahí, hace un año, el agua de la inundación llegó a un metro y medio y le tragó la mercadería.

Pero él está resuelto a seguir. “El año pasado quise cerrar, pero me gusta lo que hago y lo hago desde los 20 años”. Está seguro de eso, como lo está de que la inseguridad es un fenómeno que llegó para quedarse.

“El problema es cultural. Hoy te matan a quemarropa, porque están cebados y saben que entran y salen. Habría que ampliar el castigo”, concluye.

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