Injustificables carencias de agua domiciliaria en muchos barrios de nuestra zona

La situación que atraviesan vecinos del barrio Aeropuerto que, desde hace largo tiempo, reciben un servicio discontinuo de agua domiciliaria, con días continuados de “sequía” -es decir, sin una gota en las canillas como les ocurrió el fin de semana pasado, con un breve alivio el lunes, que no fue duradero ya que la carencia reapareció de inmediato- no sólo da sólido fundamento a sus protestas sino que exige de las autoridades responsables la búsqueda perentoria de soluciones.

Hace poco tiempo se aludió en esta columna al cuadro similar que se presentó en la zona de 20 y 123, donde numerosos vecinos protestaron porque carecían de agua desde unos treinta días antes, aún cuando en ese caso el panorama exhibía un matiz especial, traducido en la existencia de grandes pérdidas en las redes que los abastecen. Mientras no salía agua de las canillas, las calles se exhibían anegadas. Se trataba, en suma, de otra paradoja más, que de algún modo explica el irregular suministro que llega a muchos barrios a lo largo de todo el año.

Ahora, los pobladores que viven en la zona de 608 entre 8 y 9 reseñaron que en el verano pasado estuvieron 45 días sin agua o con un hilo por las noches y que al producirse los distintos cortes –aún cuando hubieran sido de duración muy breve- la normalización del servicio tardaba varias horas. Esa misma situación, dijeron, es la que se presenta en la actualidad. En los últimos días, a raíz de las temperaturas elevadas que se registraron, la falta de agua originó inconvenientes de toda índole.

Tal como se informó, en la empresa Aguas Bonaerenses se atribuyeron las fallas a los problemas que surgieron con el suministro eléctrico. Los cortes, dijeron, desactivaron las bombas ubicadas en los pozos que alimentan las redes de la zona. “El tema no es de ABSA sino de Edelap”, sintetizaron los voceros. Aseguraron que cuando se normalice la prestación eléctrica, lo mismo ocurrirá con el servicio de agua.

Se ha dicho que en el curso de estos años fueron tan reiteradas las falencias en el servicio como las explicaciones o excusas presentadas para intentar justificar la defección en el servicio de agua corriente. En la primera de esas alternativas, a nadie escapa que las quejas por falta de agua o presión insuficiente fueron planteadas en numerosas ocasiones desde los distintos barrios de La Plata, Berisso y Ensenada.

Esos reclamos resultan ser, en definitiva, una constante demostración de las carencias que afectan a la extracción y distribución del agua. Se ha dicho también que este panorama no deja de resultar paradójico –o acaso inexplicable- toda vez que ocurre a orillas del Río de la Plata, estuario considerado como una de las mayores reservas de agua dulce del planeta.

No es la primera vez que una empresa de servicios intenta justificar sus falencias en las fallas u omisiones de otra. Esta supuesta excusa importa poco, ya que los usuarios pagan –y pagan tarifas, a veces, muy elevadas- para recibir un servicio continuado y confiable. Es obligación indelegable de las empresas y, por encima de ellos, de las administraciones responsables, ofrecer prestaciones eficientes. Por encima de ellas, se encuentran los organismos de contralor y de defensa del consumidor –así como, llegado el caso, la estructura judicial- que deben velar por el más estricto cumplimiento de los contratos por parte de las concesionarias.

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