Anestesia para tatuarse: un caso fatal abre interrogantes

La muerte de una mujer tras realizarse un tatuaje en Córdoba puso en evidencia el uso de fármacos para controlar el dolor

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SI BIEN NO TODOS LOS TATUADORES APLICAN ANESTESIA LOCAL, MUCHOS DE ELLOS RECONOCEN QUE EN LOS ÚLTIMOS AÑOS ESTÁ PRÁCTICA SE HA VUELTO BASTANTE COMÚN

Al volver el miércoles a su casa tras realizarse un tatuaje en la espalda, Cristina Pagnone (37) comenzó a sentirse mal. Los médicos del servicio de emergencia de Villa María al que pidió ayuda resolvieron trasladarla al hospital regional, donde horas más tarde falleció. Aunque el motivo de su muerte no ha sido determinado aún, la principal sospecha de los investigadores apunta a una reacción alérgica producida por la anestesia que le habría suministrado su tatuador.

Caratulado por ahora como “muerte por etiología dudosa”, el caso se encuentra en manos de la fiscalía de turno de Villa María que ya incautó la historia clínica de Pagnone para ver si estaba tomando alguna medicación y allanó el local de tatuajes en busca de elementos que puedan relacionarse con la reacción sufrida por la mujer.

Y es que según las impresiones de los médicos que la atendieron en el Hospital Luis Pasteur, Pagnone sufrió un shock anafiláctico producto una reacción alérgica que le habría generado la combinación del anestésico que le aplicaron durante el tatuaje y algún medicamento que ella ingería con anterioridad.

El hecho es que mientras la Justicia cordobesa intenta determinar si fue eso lo que ocurrió, el caso ha puesto en evidencia la utilización de productos anestésicos en locales de tatuajes sin supervisión profesional. Por que si bien no todos los tatuadores aplican anestesia, muchos de ellos reconocen que en los últimos años está práctica se ha vuelto bastante común.

“Algunos clientes, sobre todo los primerizos, me han preguntado si tengo algún anestésico. Sé que algunos tatuadores los usan, pero no es lo mío: en parte porque no sé qué reacción pueden producir en la piel; pero además porque creo que el dolor es parte del proceso de tatuarse”, sostiene Mauro, uno de los tatuadores que trabaja en el subsuelo de la Galería San Martín.

“He visto tatuadores que usan anestésicos en cremas o spray para prolongar el aguante del cliente, sobre todo en tatuajes grandes que requieren varias horas por sesión --reconoce su colega Paulo Gamarra-. Pero lo cierto es que también hay clientes que los piden. Hoy la gente quiere todo más fácil y más rápido. Algunos vienen incluso dos minutos antes de salir para la costa buscando que les hagas un tatuaje ya mismo y sin dolor”.

Como puede comprobarse fácilmente en internet, la mayoría de los productos anestésicos que se venden para tatuarse (con una fórmula del 20% de benzocaína y 4% de lidocaína) son de venta libre en nuestro país.

Se trata de una concentración de lidocaína “relativamente alta considerando que las presentaciones inyectables tienen entre 1 y 2%, pero hay que tener en cuenta que al ser de uso tópico, se requieren concentraciones mayores para pasar a través de la piel”, explica el doctor Jorge Errecalde, el titular de la cátedra de Farmacología en la Facultad Medicina de La Plata, quien asegura que “si bien ni la lidocaína ni la benzocaína han sido referidas como fármacos muy alergénicos, tampoco se pueden descartar reacciones alérgicas ya que depende de la sensibilidad de cada persona”.

“En cualquier caso -dice-, la administración de anestesia local es un acto profesional que debe ser efectuado por personal capacitado para evitar efectos indeseables y, en caso que producirse, reconocerlos y tratarlos”.

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