Defendió a su hijo y lo mataron

Un joven llegó a su casa. Guardó el auto. Y aparecieron tres ladrones. El padre les disparó desde adentro. Lo fusilaron

Son las 4 de la mañana. A un hombre lo despiertan los gritos de su hijo. Se asoma a la ventana. Ve a tres extraños -tres sombras- sobre el joven. Lo golpean. Lo amenazan. Quieren el auto. Quieren entrar en la casa. El hombre corre al dormitorio. Saca un revólver. Vuelve a la ventana. Y dispara 4 veces para dispersar a las sombras. Desde la calle responden con una ráfaga de tiros. Cuando las explosiones se callan y los motores de los autos se alejan, el hombre queda en el piso. Tiene un balazo en el pómulo. Su mujer y su hijo piden ayuda, por encima del terror más crudo y el espanto. Llegan los patrulleros. Llega la ambulancia que lleva al hombre al hospital de Gonnet. Ahí muere. Fue ayer, en Tolosa, otra vez. De los criminales por ahora nada se sabe, aunque dicen los investigadores que hay pistas buenas para detenerlos.

balacera

Alfredo Alberto Coppari tenía 54 años y era jefe de departamento en el área de contaduría de la Fiscalía de Estado. Vivía con su familia en 1, 521 y 522, que fue donde pasó todo. Fuentes policiales y judiciales contaron que cerca de las 4 de la mañana uno de los hijos de Coppari -Martín, de 26- volvió de una salida con amigos. Llegó a su casa en un Ford Ka de color rojo, que ingresó en el garaje justo antes de que aparecieran tres sujetos. Estaban en un auto que sería un Fiat Siena oscuro, con las caras al descubierto y un arma con la que golpearon al joven para forzarlo a entregar las llaves de su coche, las del Volkswagen Bora de la familia y las de la casa. Por lo que contaron los voceros, el chico no se resistió a lo primero, pero si a las otras exigencias. Adentro dormían sus padres.

Los gritos despabilaron a Alfredo y a su mujer Ana María, de 55 años. El se asomó a la calle y vio buena parte de la secuencia que padecía su hijo, por lo que volvió al dormitorio para sacar del placard un revólver calibre 38. Regresó a la ventana que da a la entrada de autos, mientras su esposa llamaba al 911.

Y efectuó, según fuentes oficiales, unos 4 disparos para ahuyentar a los ladrones. Estos se fueron, pero antes descargaron al menos 4 disparos más con una pistola calibre 9 milímetros. Escaparon en el auto que habían llegado y en el Ford Ka de Martín.

Adentro, la familia afrontaba los segundos más terribles hasta que llegó la ambulancia que trasladó a Alfredo al hospital San Roque. Los médicos constataron que tenía un tiro en el pómulo derecho. Nada de lo que hicieron pudo salvar la vida de este hombre. Ahí mismo asistieron a Martín por la herida que le abrieron a culatazos en la cabeza.

Poquitas horas después el Ford Ka rojo (patente IHO 024) apareció quemado en el barrio a donde van a morir buena parte de los autos robados: el Mercadito. Lo encontraron en 119 y 517. O, para ser más exactos, recuperaron lo que dejó el fuego. En la escena trabajaron policías del CPC zona Norte, la comisaría Sexta y el gabinete de Homicidios de la DDI, todos bajo la instrucción del fiscal Fernando Cartasegna. Ahora investigan la relación de la banda con otros dos episodios violentos (ver pág. 19)

Los peritos levantaron vainas servidas de la pistola de los homicidas y proyectiles que impactaron en el frente de la casa, la ventanilla del Bora (que no se llevaron) y en la persiana. También secuestraron el revólver 38 de Coppari.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE