El cuartel puertas adentro: un día con los soldados del Regimiento 7

Una recorrida por el predio en pleno proceso de selección de aspirantes a soldado

Hay novedades en el frente: el histórico Regimiento 7 de Infantería Mecanizada “Coronel Conde”, ubicado en Arana, avanza por estos días con el proceso de selección de aspirantes a integrar las filas del Ejército y abrió las puertas del cuartel a EL DIA para mostrar cómo es el proceso para elegir a los futuros soldados y cómo es la vida de quienes deciden alistarse a la senda militar.

No hay tiempo que perder: a las 6 de la mañana en punto arranca la jornada para los postulantes que participan del período de instrucción básica. A esa hora se pone en marcha la rutina en el predio de 137 y 640 y, entre fusiles automáticos, vehículos Hummer y tanques de combate, la vida militar comienza a bullir.

Los jóvenes de entre 18 y 24 años (edad límite para inscribirse como soldado voluntario) cuentan con media hora para bañarse, afeitarse, vestirse y tender la cama, antes de dirigirse al comedor y desayunar para arrancar la jornada.

A las 8 en punto se suman al resto de las dotaciones del destacamento de Arana para la formación de la bandera, y siguen luego con cuatro horas de instrucción hasta el mediodía. ¿Qué se aprende? De todo. La formación incluye cursos teóricos y prácticos muy diversos: teoría de tiro, teoría del combate, reglamentos del Ejército y leyes penales, entre otros.

DESCANSO Y A SEGUIR

A las 12 en punto llega la hora del almuerzo, hay un descanso, y nuevamente, de 15 a 17, siguen los cursos de formación.

De forma invariable, todos los días de 17 a 18, los aspirantes deben poner a prueba su estado físico con una rutina de gimnasia que, de manera progresiva, incrementa la dificultad. Así, sin pausa pero sin prisa, buscan que los aspirantes a soldado alcancen los estándares de las pruebas de aptitud física que todos los miembros del Regimiento deben superar.

“Es un proceso al que cada uno se va adaptando”, comentó Eliana Ambrogi, soldado voluntaria de primera, y agregó que “no es fácil, pero tampoco imposible, te acostumbrás”.

La platense, de 21 años, hace siete meses que es parte del Regimiento 7, y actualmente trabaja en un cargo administrativo en el departamento de relaciones del Ejército con el exterior. “Lo siento como una vocación, es una salida laboral rápida, te forma como persona, y fomenta los valores, como servir a la comunidad”.

Tras completar el periodo de instrucción básica, los postulantes -ya convertidos en soldados de segunda-, dan sus primeros pasos en la carrera militar que, si lo desean, los llevará a subir los escalafones de la jerarquía militar, con la meta de alcanzar el grado de suboficiales antes de los 28 años.

“Dentro de esos 10 años de soldado voluntario tienen la posibilidad de cumplir un plan de carrera”, explicó el Teniente Coronel Miguel Makotozenko, Jefe del Regimiento Infantería Mecanizada 7. “El que no quiera hacerlo, a los 28 termina, pero se va con un importante elemento que le va a ayudar en la búsqueda de trabajo”.

En su intrincada estructura, el Regimiento es un pequeño mundo en sí mismo. Y se sustenta, en lo posible, con sus propios recursos: en el cuartel no sólo hay lugar para los soldados combatientes, sino que también se cuentan carpinteros, albañiles, mecánicos, cocineros y administrativos, oficios y profesiones que se aprenden en el mismo predio.

“Los soldados que cuando cumplen 28 años eligen partir, aprovechan su tiempo acá como un trampolín, porque muchas empresas valoran el certificado de servicios que emite el Ejército”, aseguran.

Pero la carrera militar es, para muchos, un fin en sí mismo, una oportunidad de “prestarse al servicio de su país y la gente que lo habita”. Así por lo menos lo siente Jorge Marcelo Robiolio, soldado voluntario de primera y oriundo de la localidad bonaerense de Llavallol. “Yo ingresé al servicio a los 18 años -contó-. Mi idea fue siempre ayudar a las personas, y sentí que esto era una forma buena y honrada de hacerlo”.

Robilio cuenta, por ejemplo, que durante la catástrofe climática que afectó a La Plata en el 2013, tuvo la oportunidad de ayudar a un montón de personas. “Eso me motivó muchísimo a seguir, pensando en mi hijo y en el ejemplo que podía ofrecerle”, comentó el soldado, que completó sus estudios gracias al acuerdo que el Regimiento de Arana tiene con los planes FINES del gobierno nacional.

UN TRABAJO "COMO OTRO"

Durante las primeras ocho semanas de instrucción básica, los postulantes se rigen bajo una modalidad de internado: deben ingresar al complejo de 137 y 630 el domingo a la tarde y permanecer allí hasta el viernes a última hora.

Durante el día, los voluntarios se desplazan entre los edificios del complejo a través de las anchas calles que conectan el cuartel, especialmente preparadas para soportar el paso de las unidades mecánicas que albergan los amplios galpones y depósitos que en 137 y 640 se levantan por doquier.

El predio también comprende diversos terrenos naturales donde se realizan los entrenamientos de tiro, supervivencia y maniobras.

Terminado ese período, los postulantes que pasan a pertenecer al cuerpo cambian el régimen: al cabo de cada jornada laboral, pueden volver a sus hogares.

Como cualquier otro empleo, por sus ocho horas de trabajo los soldados reciben un sueldo neto inicial de aproximadamente $8.000, obra social, seguro y aportes al retiro, vacaciones y licencia en invierno.

Hay claro, algunas excepciones, como cuando toca cubrir guardia o participar de ejercicios de maniobras que pueden durar varios días. Sin embargo, afirman, por lo general los soldados “locales” regresan siempre al hogar, y no deben lidiar con la preocupación de un traslado a un destino lejano: salvo pedido expreso, esa posibilidad, afirman, es remota.

“El sistema de reclutamiento es local, para preservar los vínculos de los soldados con la gente a la que han de proteger”, explicó el Jefe de Regimiento Makotozenko. Solo los oficiales que han elegido hacer carrera son traslados de forma constante, o aquellos soldados que así lo soliciten. En las instalaciones de Arana viven actualmente personas oriundas de Misiones, Paraná y Córdoba, entre otras localidades; ellos optan por vivir en el interior del Regimiento, donde reciben alojamiento y comida.

Y como cualquier otra profesión, el Ejército también requiere una vocación. “Nos hemos aggiornado como institución, pero se mantiene en su esencia lo que tiene que ser un soldado”, asegura el Mayor Fabían Torrengo, platense de origen. “Arrojo, coraje, integridad, honradez, claridad y transparencia, son las virtudes y valores que buscamos e inculcamos, eso no cambia”, apunta.

 

Inscripción
El proceso de inscripción de aspirantes a ingresar al Regimiento 7 continúa abierto. Los interesados en formar parte deben asistir al predio de 137 y 640
Coronel Conde
Infantería Mecanizada
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