¿Se puede entrenar el cerebro para ser un poco más feliz?
| 5 de Noviembre de 2015 | 02:34

Al calor de un furor creciente por las neurociencias, cada vez son más los que se interesan por ejercitar la mente y se preguntan si es posible entrenar el cerebro para ser un poco más feliz. ¿Es posible de verdad?
Acaso para derribar aquella vieja frase que dice que se piensa con el cerebro y se siente con el corazón, distintos expertos en neurociencias coinciden en este último tiempo en que “somos cerebros con patas”, lo que equivale a decir que el cerebro actúa al amar, al tener sexo y al sentir tal o cual emoción. ¿Pero cómo se entrena un cerebro para buscar la felicidad?
“El concepto es diferenciarte a vos de tu cerebro explicando que el cerebro está en un modo de supervivencia -dice Estanislao Barchach, autor del exitoso Agilmente -, son cables y neuronas conectadas que quieren que seas lo más automático y homogéneo posible, que no corras riesgos y repitas conductas. Es lo opuesto a cambiar, a hacer cosas distintas, a equivocarse”. En su último libro, En cambio , Bachrach plantea el funcionamiento de la mente -pensamiento y emociones- porque ese conocimiento “va a permitir producir cambios a nivel cerebral y eso implica cambiar gracias a las herramientas que se están descubriendo en el campo de la neurociencia, que en los últimos años se ha desarrollado descomunalmente”.
El llamado “ejercicio cerebral” propone generar conexiones neuronales para lograr el equilibrio y mejorar el aprendizaje
El neurocientífico Facundo Manes, por su parte, sugiere que como seres emocionales “no podemos negar que los sentimientos determinan nuestra conducta, de la memoria a la toma de decisiones, y como animales sociales necesitamos de nuestra capacidad de empatía para vivir en comunidad. Esta base de conocimiento sobre uno mismo, sobre el cerebro, permite al ser humano saber que su manera de pensar está condicionada por su manera de sentir, lo que le posibilita para actuar sobre las ideas tóxicas, y con ello, vivir mejor”.
En esa línea se anota también la mirada de la neuróloga platense Diana Cristalli, uno de los referentes a nivel local sobre todo lo relacionado con el deterioro cognitivo. Según la especialista, las nuevas técnicas terapéuticas como la estimulación cognitiva “son grandes avances, debido a que en esa estimulación se ejercitan las funciones mentales superiores que incluyen la memoria, la atención y la percepción”.
La experta, sin embargo, asegura que el entrenamiento mental debe ser acompañado. “Se debe tener en cuenta que, recordando los beneficios de controlar periódicamente las habilidades mentales a partir de los cincuenta, no hay que abusar del alcohol y el tabaco, realizar actividad física, mantener una vida relajada que permita disfrutar de las actividades de ocio, mantener una vida socialmente activa y, por supuesto, llevar adelante una dieta del tipo mediterránea. Todo eso es el mejor complemento para el entrenamiento mental y evitar así el deterioro cognitivo”.
Sobre esto, los propios especialistas aseguran que siempre es un mayor desafío para el cerebro hacer actividades grupales que individuales. La clave, dicen, es que sea un desafío, algo que represente una mínima dificultad, porque cuando se hace lo mismo de siempre, el cerebro no se entrena sino que automatiza y se reduce al nivel más bajo de funcionamiento. “Leer neurociencia lo hago todos los días -apunta Manes- por lo que para mí un desafío intelectual sería aprender un idioma nuevo”.
El llamado “ejercicio cerebral”, ya sea para intentar ser feliz, tener una vida más plena o simplemente retrasar el deterioro cognitivo, es una técnica que propone generar nuevas conexiones neuronales para lograr el equilibrio y mejorar el aprendizaje. Prueba de ello es que los libros de autoayuda que en los años noventa poblaban las librerías, de un tiempo a esta parte fueron reemplazados por aquellos que, con mayor rigor científico, hablan del cerebro como un elemento social mediante el cual se puede conseguir una vida más plena.
“Las estadísticas no mienten -asegura Bachrach-. Entre un 10 y un 20 por ciento de la gente logra cambiar algo y está perfecto, porque cuando alguien cambia, su contexto también. Son agentes de cambio que empiezan a doblar el timón y el barco da la vuelta. Todo es un esfuerzo, es aprender algo nuevo. Es ser el autor de tu propia historia”.
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