El Papa culminó su viaje a Africa con un enérgico pedido por la paz

Francisco visitó la mezquita principal de Bangui, capital de la convulsa República Centroafricana

BANGUI.- El papa Francisco se aventuró ayer a visitar un volátil barrio musulmán de la capital de República Centroafricana y llevó su mensaje de reconciliación a la mezquita principal de Bangui, insistiendo en que cristianos y musulmanes siempre han convivido en paz en la ciudad y que la religión nunca puede justificar la violencia.

Bajo intensas medidas de seguridad, Francisco entró en el barrio PK5, donde los residentes musulmanes llevan meses sin salir por la presencia de combatientes de una milicia cristiana que rodean su perímetro. El Santo Padre realizó el trayecto en su papamóvil descapotable pese a los riesgos de seguridad. Las fuerzas de paz de la ONU montaron guardia en los minaretes (torres) de la mezquita.

La visita de Francisco proporcionó de inmediato un mayor sentido de libertad en la zona sitiada. En lo que hasta el día anterior había sido tierra de nadie que separaba el enclave musulmán del resto de la ciudad, miles de personas cruzaron coreando “¡La guerra ha terminado!” en el idioma local sango, tras la partida del pontífice. Algunos siguieron a la comitiva papal hasta el recinto deportivo donde ofició la última misa antes de trasladarse al aeropuerto donde tomó el avión de regreso a Italia.

Francisco había insistido en visitar el barrio PK5 para hacer un llamado a la paz en un país cuya capital está dividida tras casi dos años de violencia sectaria entre cristianos y musulmanes. Casi un millón de personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares. Los mercados del enclave, pujantes en otra época, ahora están cerrados casi en su totalidad y muchos de los negocios propiedad de musulmanes están en ruinas.

Unos 200 hombres sentados en el interior de la mezquita dieron la bienvenida a Francisco, que se sentó en un sofá. En comentarios al imán del templo, el pontífice insistió en que los musulmanes y los cristianos son hermanos y deben comportarse como tales. “Los cristianos y los musulmanes y los miembros de las religiones tradicionales han vivido en paz durante muchos años”, dijo. “Juntos decimos no al odio, a la venganza y a la violencia, especialmente a la cometida en nombre de una religión o de un dios”.

El principal imán de la mezquita, Tidiani Moussa Naibi, agradeció al Papa su visita, que calificó como un “un símbolo que todos entendemos”. Francisco se quitó los zapatos, inclinó la cabeza y guardó silencio en el mihrab, la zona de la mezquita que mira en dirección de la ciudad sagrada musulmana de La Meca.

Esta visita fue el punto culminante de un viaje que lo llevó a tres naciones de Africa, con paradas anteriores en Kenia y Uganda.

La República Centroafricana se sumió en el caos en 2013 cuando rebeldes musulmanes derrocaron al presidente cristiano e instalaron un régimen brutal que cometió atrocidades contra los cristianos. Cuando el líder rebelde dejó el poder al año siguiente, se desató una venganza no menos brutal contra los musulmanes. Durante los primeros meses de 2014 turbas atacaron a musulmanes, a algunos de los cuales decapitaron y descuartizaron. Decenas de miles de civiles musulmanes huyeron a las naciones vecinas de Chad y Camerún. Actualmente, la capital que llegó a tener 122.000 residentes musulmanes solo tiene unos 15.000, según la organización Human Rights Watch.

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