Misión cumplida: cruzaron el Río de la Plata en kayak

Bajo condiciones extremas, Diego Comunelli y Adriana Buchele completaron la singular travesía

El último fin de semana, y pese a distintas adversidades que tuvo que sortear junto a Diego Comunelli, su compañero de kayak, Adriana Buchele se transformó en la primera mujer en cruzar, a remo, el Río de la Plata. “Las condiciones fueron extremas, con olas impresionantes, no sé cómo la prefectura uruguaya nos dejó salir, pero pudimos cumplir con nuestra meta”, contó la deportista que cubrió el trayecto hasta el Puerto La Plata en cuatro horas y media.

Adriana - 45 -, es madre de dos nenes y contadora; Diego - 40 - está casado, tiene tres hijos y trabaja en la administración provincial. Durante el último tiempo entrenaron intensamente para cumplir el desafío de salir del puerto Colonia y, después de remar constantemente en el Río de la Plata, llegar al Club Regatas.

“Cruzamos el domingo pasado, fue duro porque no estaban dadas las condiciones óptimas para el kayak, pasamos por situaciones extremas con muchas olas y había mucho viento, salimos a las 7 de la mañana, una hora después de lo previsto”, dijo Adriana.

“Cuando salimos del puerto uruguayo se dio algo inesperado, había amarres por todos lados y tuvimos que ir sorteándolos. Además nos entró agua”.

El río se veía brilloso, con esas olas blancas que suelen denominar “corderitos” y para quienes están en los deportes náuticos es indicador de que la intensidad del viento es alta, cuando salieron de Uruguay soplaba a unos 40 KM por hora. Las condiciones de la navegación estaban tan complicadas que en Colonia la gente se agolpó para alentarlos y los filmó.

“Cuando salimos del puerto uruguayo se dio algo inesperado, había amarres por todos lados y tuvimos que ir sorteándolos, nos había entrado agua: pero teníamos que hacer equilibrio y seguir para adelante”, dijo la deportista.

TODO UN DESAFIO

En el bote llevaron elementos de seguridad, un GPS, una bomba de achique, bengalas, salvavidas y un bolso con alimentos - bebida, pasas de uvas, bananas, duraznos en almíbar, turrones, huevo duro y pan blanco -.

La comunicación entre los deportistas siempre fue técnica, vinculada a cómo seguir la travesía.

Pese a estar bien entrenados, llevar el bote por la ruta prevista no fue sencillo. Los contratiempos se sucedieron uno tras otro y las inmensas olas hicieron que el kayak se cruzara en varias oportunidades. Eso los desvió 5 millas hacia el oeste, entonces solo pusieron la mira en el horizonte argentino y pensaron que aunque la meta quedara desplazada, ya habría tiempo para corregir el rumbo.

Los navegantes también tenían previsto comer arriba del bote, pero eso resultó imposible, ya que en ningún momento pudieron soltar la pala por el riesgo a que se diera vuelta el bote. “La alimentación es importante porque cuando se agotan las energías, ya no hay manera de recuperarse; recién pudimos comer algo a las 2 horas de estar en el río; nos tuvimos que acercar al gomón, nos hidratarnos y seguimos”, señaló Adriana.

La navegante apuntó que cuando se deja de ver la tierra uruguaya, aparece la línea de argentina en el horizonte, pero en la travesía las olas fueron tan importantes que casi en ningún tramo se vio la costa local. Ni siquiera el fósforo de YPF que es lo primero que salta a la vista desde el río.

El peor momento lo vivieron al llegar a la costa local porque entrando a la rada, tuvieron que esquivar dos buques. “Esas embarcaciones provocaron olas enormes, incluso una hizo que la mitad de nuestro bote quedara fuera del agua, fue impresionante”, agregó la deportista.

Cuando superaron ese momento y ya cerca de la zona del Puerto, observaron que otro buque estaba saliendo y tuvieron que esperar media hora para seguir.

“Al entrar al puerto nos sorprendió una ola y nos dio vuelta, el gomón de rescate nos auxilió de inmediato porque el viento nos llevaba contra las piedras, pero dimos vuelta el bote, nos subimos y pudimos seguir”, contó la mujer.

Al pasar por la zona de Prefectura, varios veleros de gente conocida los escoltó hasta llegar al club.

Para muchos puede ser complicado entender qué se disfruta en momentos de tanto esfuerzo, sin embargo Adriana lo define con pocas palabras: “somos bichos de agua y esos son momentos de pura adrenalina”.

“Al entrar al puerto nos sorprendió una ola y nos dio vuelta, el gomón de rescate nos auxilió de inmediato porque el viento nos llevaba contra las piedras”.

El hecho de que no fuera el día ideal para cruzar de una orilla a otra, o sea recorrer 46 kilómetros, también reforzó el trabajo en equipo. “Diego dijo las palabras exactas, incluso para enfrentar una ola que me hundió completamente a mi y a él, no”, recordó la deportista.

Confiar en el compañero, pensar por dos y actuar el equipo, son indispensables para llevar adelante un desafío que no sólo depende del entrenamiento físico. Los deportistas también contaron con el apoyo de dos barcos veleros y un gomón, embarcación más apropiada para los rescates porque es más baja y accesible.

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