Una gestión que asombró al mundo

Por RODRIGO GARCÍA (*)

El presidente uruguayo, José Mujica, dice mañana adiós a un mandato marcado tanto por cambios sociales como la despenalización del aborto, la regulación del matrimonio homosexual y la legalización de la marihuana, como por gestos humanitarios como el asilo de refugiados sirios y de presos de Guantánamo.

La peculiar forma de ser del Presidente y algunas leyes han convertido a Uruguay en centro de atención mundial, a pesar de que la deteriorada situación del sistema educativo y de la seguridad pública preocupan a la ciudadanía. Sus mensajes contra el consumismo y varias leyes aprobadas durante su mandato han hecho de Mujica una figura conocida en los cinco continentes.

Asimismo, tuvieron gran repercusión sus decisiones de dar asilo en Uruguay a ciudadanos sirios que escapaban de la cruenta guerra de su país y de recibir de la misma forma a seis ex reclusos del penal de Guantánamo “por razones humanitarias”. “El mundo puede que no sepa dónde está Uruguay, pero sí quién es Pepe Mujica”, dijo en una visita al país el cantautor español Joan Manuel Serrat, para quien la personalidad “franca y honrada” del “gordito campesino uruguayo” ha conectado con el pueblo. Los clichés de “humilde” y “pobre” han acompañado a Mujica en toda su Presidencia (2010-2015), durante la cual ha cedido buena parte de su sueldo para fines sociales.

Como hizo su antecesor en la Presidencia, Tabaré Vázquez, al que precisamente traspasará el mando mañana, Mujica rechazó residir en el palacio presidencial y ha seguido viviendo en su granja de la periferia de Montevideo junto a su esposa, la senadora Lucía Topolansky.

“En el exterior aparece como una figura que despierta simpatía sobre todo en los niveles más populares”, dice el sociólogo y director de la encuestadora Factum, Eduardo Bottinelli. “Ha proyectado al Uruguay, que ha pasado a ser famoso por el presidente ‘pobre, humilde y austero’”, explica Jorge Lanzaro, profesor de Ciencia Política de la Universidad de la República.

Sin embargo la fama que tiene “afuera” no se corresponde con la de “adentro”, donde tiene críticos “muy duros”, y no conforma a muchos sectores de la oposición pero tampoco a muchos críticos del propio Frente Amplio. Con su adiós a la presidencia, a la que no pudo volver a postularse, desde el 3 de marzo ocupará su lugar como senador, desde donde tratará de ejercer de hombre de diálogo y ayudar, según sus palabras, en “lo que pueda, de buena voluntad”.

(*) Analista de la agencia EFE

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