Sin educación será imposible alcanzar una mayor seguridad en el tránsito

Una reciente nota publicada en este diario puso de relieve la elevada cantidad de muertos por accidentes de tránsito en nuestra ciudad -uno cada seis días en lo que va de 2015- en una situación que deja en claro la gravedad que alcanza la inseguridad vial existente y, a la vez, la necesidad de que se promuevan campañas destinadas a revertir un panorama tan negativo.

Justamente, la información ofreció detalles acerca de las actividades educativas sobre el tránsito, destinadas a peatones, motociclistas, ciclistas y conductores de automotores, que son protagonistas y también, muchas veces, víctimas del fenómeno callejero.

En tal sentido, se recordó que marzo está marcado por ley provincial como el período destinado a la educación, seguridad y humanización del tránsito, fijándose al 5 de este mes como el día de la conciencia ciudadana y respeto al prójimo. En contraste con esas notas, si se quiere declamativas, un amplio relevamiento realizado por el ministerio de Salud y la Fundación Trauma en ocho hospitales bonaerenses -que incluyó a los platenses San Martín, San Roque y Sor María Ludovica- reveló que un 35% de las lesiones atendidas corresponde a personas que estuvieron involucradas en accidentes de tránsito.

Mientras tanto, la entidad Amor y Respeto al Prójimo organizará diversas actividades en el marco del “Mes de la Humanización del Tránsito”. La ONG, que desde 1998 trabaja para generar compromiso y conocimientos vinculados con el tema, anunció para el 29 de marzo una bicicleteada por la vida, con recorrido a confirmar, y para el 31 la entrega de las distinciones “Cruzada Nacional de la Humanización del Tránsito”, en el Colegio de Abogados local.

En este contexto, cabría recordar que la Organización Mundial de la Salud ha categorizado como epidemia a los siniestros de tránsito, dado que constituyen la décima causa de muerte en todo el mundo y se proyectan, si no se revierte la tendencia, como la tercera causa de mortalidad mundial para el año 2020.

Es innegable que no han faltado leyes nacionales y provinciales, así como ordenanzas sancionadas en los distintos distritos, destinadas a reglamentar distintos aspectos que hacen a la regulación del tránsito en las calles. Desde aspectos incluidos en la legislación de fondo hasta cuestiones de menor cuantía, quedó plasmado un nuevo cuadro normativo, como testimonio de un esfuerzo institucional que, sin embargo, no se tradujo en mejoras. Las estadísticas accidentológicas siguieron marcando con elocuencia que la indisciplina y el peligro imperan en las calles, igual o más que siempre.

En numerosas oportunidades se ha instado desde esta columna -en consonancia con los especialistas- a que el tema del tránsito se incorpore como materia de la currícula escolar en todos los niveles. Bien se ha observado que todas las personas pasan muchas horas de su vida en la vía pública -ya sea como peatones, ciclistas, motociclistas o conductores de automotores- y, sin embargo, jamás recibieron un solo conocimiento en sus años de formación educativa. Si bien resultan dignas de ponderación estas campañas de concientización, parece llegada la hora para que las autoridades analicen en profundidad el impulso de acciones que signifiquen un mayor compromiso de los habitantes en el problema del tránsito. Y en esa inteligencia, la educación sigue pareciendo el camino más apropiado.

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