Motochorros, un peligro latente para los alumnos del Nacional y del Albert Thomas

La avenida 1 parece una pista de carreras para los ladrones. Reclaman mayor presencia policial

Además de ser la avenida de los plátanos, 1 es también el territorio de los motochorros. La conclusión, categórica, la soltaron varias personas que tienen allí su escenario cotidiano: trabajan o van a buscar a los chicos al colegio. O son ellos, los chicos que van a clases, los que también terminan de cara a los ladrones.

El caso más elocuente de las últimas horas fue el que quedó plasmado en la cámara de un fotógrafo de este diario. La secuencia de un peatón caminando por 1 y 57 el lunes feriado, y que terminó increpado por dos delincuentes a punta de arma blanca, dominó el comentario de los platenses en estos días.

Pero la situación, aunque sigue sorprendiendo y generando repudio, “no es nada nuevo a lo que vemos siempre por acá”, comentó Ricardo, un vecino de la zona.

A LOS CHICOS DEL COLEGIO

Juan Pablo, Gregorio, Lucas y DAniela tienen entre 12 y 13 años y van al 2º año del Colegio Nacional. Cada tanto se enteran de algún compañero o conocido al que lo “agarran” para robarles cerca de la salida de clases.

“En general hacen de cuenta que llevan algún arma debajo de la ropa, y te la apoyan en el cuerpo. Por las dudas les damos lo que tenemos”, explicaron. Son chicos, lo que significa que, a lo sumo, pueden llevar encima 50 pesos o un celular. Pero para los ladrones eso no es impedimento para avanzar con sus planes.

Según cuentan estos adolescentes, hay veces que para que no les saquen las cosas intentan ahuyentar a los delincuentes defendiéndose de manos o tirándoles algún piedrazo. “A los más grandes también les terminan robando si les muestran un arma”, señaló Juan Pablo.

Algunos docentes de esa institución remarcaron que “existe un mecanismo por el que los chicos, cuando perciben alguna situación de riesgo, vuelven a entrar al colegio y le avisan a alguien para que se encargue de llamar a su casa”.

"BOSQUE IGUAL A ROBO"

El problema, claro, está puertas afuera. Gregorio lo resumió en una ecuación improvisada. “Ir al bosque es igual a que te roben. Ahí sí que no se puede andar solo. En general nos organizamos para andar en grupos de tres o cuatro. Si alguno está solo, espera en el patio de la entrada”.

Otro foco que para ellos es complicado es el que une el predio de educación física con la avenida 1, por calle 50.

“A mediados del año pasado dejó de haber vigilancia en los puestitos de control que hay. La zona además es un poco oscura. Y ahí también es peligroso andar. Cuando llegue el invierno y salgamos de clases de noche va a ser más complicado”, se adelantaron los chicos, todos del turno tarde.

Avanzando en dirección a 60, el panorama parece empeorar. La obra en construcción de la cancha de Estudiantes, de 55 a 57, ofrece un panorama en el que “se ve muy poca gente caminando, sobre todo de esa mano. Ahí estás regalado”, evaluó una chica que alquila en la zona, y que no quiere que su nombre se publique.

Yanina (30), dueña de un kiosco de 57 entre 1 y 2, también tiene su evaluación: “Los fines de semana y los feriados no anda absolutamente nadie. Nosotros esos días recién abrimos a la tarde, cuando vemos un poco de movimiento”.

Además de los asaltos callejeros, el otro condimento de la inseguridad en esa zona es la de los intentos de robo tanto en ese local -ya suman tres- como en los edificios. El método más usual de los ladrones es filtrarse a través de los que están en construcción.

“Ahora estamos atendiendo hasta las 19. Por ahí extendemos un poco más el horario cuando empiece el turno noche”, especuló Yanina, señalando un instituto de la cuadra.

Por el momento, cada cual se la rebusca como puede para, al menos, esquivarle a esa amenaza latente que castiga por igual a todos.

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