“Quemacoches”, un delito que no encuentra respuestas

Los Hornos, Villa Elvira y Altos de San Lorenzo, las zonas donde se reiteran episodios de este tipo

Anoche quemaron un auto y hoy, cuando baje el sol, seguramente incendiarán otro. Así surge de los datos promedio que fuentes oficiales dieron a EL DIA. Trabajando a la par de esta clase de episodios cotidianos, los rescatistas saben dibujar, aunque sea a mano alzada, un mapa de estadísticas sobre la manera de actuar de los “quemacoches”, una clase de delincuentes que mantiene su vigencia.

¿Quiénes son? ¿Por qué lo hacen? Desde hace un par de años, cuando esta modalidad orilló su apogeo, los detectives platenses eran incapaces de atribuirles un patrón único o común a su accionar. Y esbozaron que los motivos posibles pueden ir desde el encubrimiento de un robo hasta la intimidación, además del vandalismo.

En enero hubo al menos diez vehículos incendiados en La Plata y alrededores. Y en febrero la cifra se habría clavado en seis. En lo que va de este mes ya se reportó un caso.

Según datos relevados en 2014, fueron más de 150 los vehículos incendiados en la Región bajo esta modalidad. Lo que se mantendría igual es la puja entre los damnificados y las aseguradoras que, antes de cubrir los siniestros, investigan bien qué pasó.

“En general las empresas no desconfían cuando al auto lo queman en la puerta de la casa de las víctimas. En general eso obedece a un intento de robo o un hecho vandálico. La gente que quema adrede su auto para sacarle dinero al seguro, en general lo lleva a un lugar alejado. También lo suelen denunciar como robado antes”, diferencian fuentes policiales.

La periferia platense suele ser el hábitat preferido de esta variedad de delincuentes.

Para un vocero, “las peores zonas son Los Hornos, Altos de San Lorenzo y Villa Elvira”. A modo de ejemplo se puede citar a una familia de 143 y 68 que de la noche a la mañana encontró sus dos autos incendiados y chocados entre sí.

Ese informante recordó que cuando arrancó esta modalidad los barrios más castigados eran Ringuelet y Tolosa, mientras que en Gonnet y City Bell estos casos “casi nunca pasan”.

Como ejemplo de que los incendios no solo inutilizan vehículos, vale recordar lo que pasó a mitad de febrero en 58 entre 28 y 29: quemaron un taxi, su tanque de GNC explotó y la onda expansiva destruyó los vidrios de varias casas de la cuadra. Agazapados y siempre a punto de volver, los quemacoches siguen en lo suyo, y nada parece alcanzar para frenarlos.

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