A 22 años, se mantiene vigente el reclamo de justicia por Bru
| 18 de Agosto de 2015 | 01:21

A las 7 de la tarde del 17 de agosto de 1993, Miguel Bru fue ingresado en la comisaría Novena de La Plata, donde fue torturado hasta la muerte. Cuentan los testigos que su cuerpo fue retirado a las 2 de la mañana del 18 de agosto por la puerta trasera de la seccional de 5 y 59. Tenía 23 años. Y desde entonces no se sabe dónde está.
Ayer a la tarde, 22 años después y a la hora exacta en que empezó todo, la mamá de Miguel volvió a la Novena como lo hizo y lo seguirá haciendo, “con la misma impotencia”, reconoció ayer en una charla con este diario.
Porque Rosa Schonfeld sabe bien que aunque así lo digan todos, “los años no curan las heridas porque ellos no colaboraron nunca para decir dónde esta Miguel”.
Ellos son el ex sargento Justo López; el exsubcomisario Walter Abrigo (ambos condenados a perpetua); el comisario Juan Domingo Ojeda y el oficial Ramón Cerecetto (sentenciados a dos años). Estos dos salieron después de pasar apenas 8 meses presos. Abrigo murió en prisión y López recibió la libertad condicional en diciembre del año pasado por decisión de la camarista penal de La Plata María Silvia Oyhamburu, luego de que el Tribunal de Casación provincial revocó una decisión de la magistrada que le denegaba la libertad condicional al ex policía.
“Estos días revivís todo. Cómo te enteraste, cómo fue. Es muy duro”, dice esta mujer que cada año regresa a la comisaría en la que mataron a su hijo, para encender velas y permanecer allí hasta las 2 de la mañana. “Lo único que se -piensa en voz alta- es que a López le dieron todos los beneficios que no le dieron a Miguel”.
En diciembre de 2010 culminó, sin resultados, el último rastrillaje para encontrarlo. Ya se realizaron más de 36 operativos de búsqueda que no arrojaron resultados.
Cuando desapareció, Miguel estudiaba Periodismo, tocaba en una banda y tenía un grupo fiel de amigos. Muchos siguen al lado de Rosa, mezclados con sus hijos y sus cuatro nietos. “Ahora tengo un bisnieto”, cuenta Schonfeld, y confirma que aunque ninguno conoció a Miguel, todos crecieron con él.
“Crecieron viendo las fotos de su tío en la pared. Lo reconocen en el tatuaje que se hizo mi marido. Saben la historia. Y el domingo, jugando a la casita con mi nieta, me dijo ‘me tengo que ir porque hay una marcha”, relata Rosa.
La vigilia frente a la Novena no fue el único homenaje en este nuevo aniversario del crimen. Mañana, desde las 9.30 habrá una jornada en la Facultad de Periodismo y Comunicación Social (diagonal 113 y 63) y el 25 de agosto inaugurarán la Biblioteca Miguel Bru en la Casa de Cultura y Oficios Miguel Bru, en Andrés ferreyra 3555, Parque Patricios.
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