La crisis de China despierta los temores a una recesión global

El estallido de la burbuja bursátil se hizo sentir con fuerza

Las Bolsas chinas han escrito durante la semana el segundo capítulo de una crisis que ya tuvo su primer episodio en junio y que permite intuir ciertas flaquezas del gigante asiático. El desplome bursátil adquirió tintes dramáticos, ya que se ha extendido por los mercados de todo el mundo, y ha desatado el vértigo a una recaída global en la recesión provocada por un hipotético hundimiento de la segunda potencia del planeta.

“Hay mucha incertidumbre sobre el crecimiento de China, así que tiene sentido que los mercados estén nerviosos, pero no hay pruebas aún de un aterrizaje forzoso”, explicó el experto del centro de estudios Brookings, David Dollar.

Entre la incertidumbre de fondo y el nerviosismo de los últimos días se produjo el colapso bursátil chino que no se entiende sin un largo prólogo: la formación de una burbuja bursátil. Ese preámbulo comienza en noviembre del año pasado, cuando las bolsas de China iniciaron una larga racha alcista que arrancó con el índice general de la Bolsa de Shanghai, rondando los 2.400 puntos. Entró en 2015 por encima de la barrera psicológica de los 3.000 puntos, el máximo desde 2009, y su euforia los elevó hasta los 5.000 en junio, un nivel que no se alcanzaba desde hacía siete años.

En ese punto, los más de 90 millones de inversores que operaban en las Bolsas y que representan el grueso de su actividad, decidieron pasar página y abrieron el primer capítulo de la crisis. En un principio, las pérdidas se atribuían a la toma de beneficios tras las ganancias récord, pero ante el pánico de quienes abandonaban cada vez más sus inversiones, llevaron a los mercados en la vorágine.

Según los cálculos del BBVA, excluyendo los efectos derivados de la burbuja bursátil en los servicios financieros, el crecimiento del PBI de China podría haber rondado en el segundo trimestre el 6,5 % (frente al 7 %), de modo que los efectos del fin de la burbuja bursátil podrían acabar trasladándose a los datos macroeconómicos. Esa sospecha de que la burbuja bursátil haya camuflado una caída de la economía más profunda de lo que las estadísticas oficiales muestran es lo que preocupa a los analistas.

Una mayor desaceleración de la segunda economía mundial podría tener consecuencias globales, en especial sobre los precios de las materias primas (que ya han sufrido fuertes caídas) y para los países exportadores, advierte Casanova. A la espera de que llegue, o no, un tercer capítulo del “crack”, la evolución de los mercados ha demostrado que tan grande es la influencia de China en el contexto internacional que, cuando sus bolsas se han asomado al abismo, al mundo entero ha entrado en vértigo.

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