Divididos, una clase de rock

Por

Walter Epíscopo

Presenciar un show de Divididos es una experiencia que nadie debería perderse. Con años y kilómetros en la ruta, este power trío sigue sorprendiendo, aún, a quienes ya los vieron antes. En el mítico escenario de Atenas donde parecen sentirse cómodos y locales, ya que cada vez que vuelven a La Plata lo hacen en calle 13, se vivió una noche frenéticamente demoledora. Con momentos de rock and roll a mil por hora, y en otros bajando hasta lograr un clima intimista.

Con alma futbolera el público esperó cantando, “escuchenló, escuchenló, escuchenló, la aplanadora del rock and roll, es Divididos la p... que los parió” y “somos todos Divididos... Divididos, Las Pelotas”. De repente el escenario a oscuras y el Himno Nacional Argentino que se escucha interpretado por Ricardo Mollo. El trío que aparece caminando y termina cantando con el público al que aplauden por tan sentido momento. A partir de allí, vendría un show sin fisuras, con una polenta tremenda y repasando los ocho discos de estudio de la banda, más algunas perlitas.

De arranque, unos 15 minutos sin parar enganchando cuatro temas de su primer trabajo “40 dibujos ahí en el piso”, con los históricos “Ché qué esperas”, “Un montón de huesos”, “La mosca porteña” y “Haciendo cosas raras”. Arranque tremendo que daba señales de una noche fuerte.

Siguió “Tanto anteojo”, “Elefantes en Europa” (del gran “Narigón del Siglo”) y otro recuerdo con “Paraguay” (de “Acariciando lo áspero”, su segundo trabajo), “Ay, que Dios boludo” (del CD “Vengo del placard de otro”). Temas de su último disco en estudio “Amapola del 66” llegarían juntos con “Hombre en U”, donde Catriel Ciavarella le pega a la batería como la última vez pero recién el recital iba por la mitad, y “Perro funk”. A esa altura ya las remeras se revoleaban por el aire con la potente versión de “Azulejo”, donde los corazones parecen explotar ante el solo de guitarra de Mollo y los sonidos de los parches de Ciavarella.

“¿Está todo bien?”, preguntó Mollo a la multitud, y siguió, “y sí, estamos en La Plata. Acá nació la Cofradía de la Flor Solar... el primer grupo de Skay (Beilinson), Diplodocum”, contó, mientras Arnedo se agarraba la cabeza. Ambos sentados en banquetas daban cuenta que el show bajaría un poco para dar paso a más clásicos como “Dame un limón” y “Spaghetti del rock”, pero enseguida saltaría de su asiento el cantante para hacer “Sábado” y terminar con una versión otra vez al palo con una base magnífica de Arnedo. “Par mil” bajó las revoluciones otra vez ante una concurrencia que coreaba absolutamente todas las canciones. “El burrito” y “Cuadros colgados” (los dos de “Acariciando lo áspero”) cerraron una parte del intenso show donde los decibeles no bajaron muchas veces.

A modo de covers llegaría la ya conocida versión de “Tengo” de Sandro; “Sucio y desprolijo” de Pappo; para luego dar paso a “Voodoo Chile” de Jimi Héndrix, donde se cumplió el rito de cada show de la banda, donde alguien del público le arroja a Mollo una zapatilla para que empiece a puntear. Y voló una zapatilla nomás y Ricardo lo hizo una vez más, para luego seguir punteando con la boca. Sin dudas, uno de los momentos más intensos de la noche. “Amapola del 66” y “Paisano de Hurlingham” llegaron para que el público siguiera saltando y disfrutando de la polenta de la banda que parece no agotarse nunca.

La química entre el público y el trío estuvo presente a lo largo de la noche. Tras amagues de irse (”Piedad”, pidió Mollo ya transpirado), la aplanadora del rock dejó sin aliento a la gente con tres temas que tocaron sin parar y a un ritmo infernal: “Rasputín”, “El 38” y “Ala delta”. Parecía el final, sobre todo por que iban dos horas y media tocando a una velocidad y potencia, muy dificil de ver por estos lares.

Pero quedaba una “yapa” más, por que no podía faltar la referencia de Sumo. “Traje el chorus”, dijo Mollo, apretó su pedal y sonó “Crua chan” junto al inconfundible redoble; luego siguió “Nextweek”, que decretó el final. Mollo dejó sonando un efecto en su pedalera y saltó del escenario para darle la mano a la gente y regalar púas, mientras arriba Arnedo y Ciavarella iban terminando el set, dejando agotadamente satisfecho y feliz al público, que los despidió con un largo aplauso y la sensación que el trío con su música los aplastó una vez más.

Catriel Ciavarella
Divididos
Episcopo
Flor Solar
Himno Nacional Argentino
Jimi Hendrix
Las Pelotas
Ricardo Mollo
Voodoo Chile

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