¿Progreso?

Por NICOLAS BAISI (*

La ministra de Salud de la Provincia acaba de adherir al Protocolo de aborto no punible en toda la Provincia de Buenos Aires.

La muerte ganó otra batalla. Se puede “interrumpir un embarazo”, modo encubierto de nombrar la terrible realidad que implica matar un niño en la panza de su mamá, si la mamá cree que este embarazo pone en peligro su salud, física, psíquica o social, aún si la madre tiene 13 años… Y para mayor precisión, esta chica ni siquiera estaría obligada a preguntar a sus padres, y menos aún al padre de la criatura que lleva en su panza.

Para los que hemos escuchado a las madres que han abortado voluntariamente, a las que han tenido conciencia del grito del hijo que llevaban en sí mismas, el aborto es un dolor doble: por un lado la muerte del niño y por el otro el dolor infinito de la madre cuando se da cuenta lo que hizo. Un duelo inacabable que se renueva día a día y que no se termina sino con el perdón de Dios y la esperanza de volver a encontrar otra vez, algún día, a la criatura que no fue…y que hubiera podido ser, con sus infinitas posibilidades… Solo el perdón de Dios llega a calmar tanto dolor, dolor que se lleva muchas veces de manera silenciosa y profunda por el resto de la vida, duelo y tristeza, dolor incomunicable de una mujer que jamás podrá compartir nadie que no sea ella...

Es verdad que muchas veces hay situaciones muy dolorosas que llevan a una mujer a abortar su propio hijo. Soledad, desesperación, presión del medio, problemas económicos…., pero la muerte nunca es una solución, la muerte sólo agrava el problema, la muerte sólo trae más dolor, desesperanza, vacío…

Siempre me ha sorprendido que precisamente una mujer, que ha llevado un niño en sus entrañas, que tiene el maravilloso don de ser portadora de vida, cuidadora de la vida, pueda propiciar la muerte.

Mientras tanto harían falta protocolos que instaran a proceder con la misma celeridad y garantía a tantas madres que no tienen como alimentar convenientemente a sus hijos, como educarlos, como darles lo necesario y que día a día trabajan con el sudor de su frente para sacar adelante el hogar… Harían falta protocolos que previeran como cuidar de la salud de la madre y del niño en situación de riesgo…. Protocolos que intervinieran con prontitud en los casos de tantos matrimonios que desean hijos, dar amor y contención a tantos niños desprotegidos…. Y que a veces esperan años infructuosamente por la burocracia del sistema…

Harían falta más protocolos que trabajen a favor de la vida, no de la muerte… porque el hombre fue creado para la Vida, ese don maravilloso del Creador, don que todos debemos cuidar y tutelar.

La violencia se vence con amor, la muerte con vida, no con más muerte.

 

(*) Obispo auxiliar de la Plata

Buenos Aires
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Nicolás Baisi
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