La tribu eléctrica
| 21 de Octubre de 2016 | 03:05
Formada hace dos años por tres jóvenes músicos porteños -apenas superan los veinte-, Las Huacas acaban de llegar a su disco debut.
En apenas dos años, recorrieron distintos escenarios en el país, logrando llegar a provincias como Salta, Neuquén y Río Negro, y tocando con con gran parte de las bandas de la amplia escena local de rock valvular o psicodelia pesada o stoner criollo, como así también abriendo para reconocidos exponentes internacionales: Yawning Man (US) y Stoned Jesus (Ucrania). Con un repertorio propio maduro, y fogueado en las tablas, tienen entre manos su primer disco homónimo, editado por Venado Records.
Grabado por Andres Gargiulo y mezclado por Gargiulo junto a la banda, el álbum creado por Mariano Decaria -guitarra y voz-, Lautaro Sinai -bajo- y Eloy Sariego Sierra -batería- fue masterizado por Gonzalo Villagra y tiene arte de tapa de Julián Ciceri y Arto Taller.
Se trata de nueve canciones de alto contenido energético. El disco abre entre una batería al ritmos del huayno y el grito del chamán invocando el “Canto a la Ayllu”, que funciona como puerta de entrada a un disco tribal y espiritual. “Fue desierto” asoma lentamente hasta que se sitúan al frente con un estribillo que equilibra mide fuerzas entre la melodía y la crudeza.
Sigue la potencia del tándem “5ta luna de Arabia” y “Caravanas al Ganges” (originalmente un solo tema), conformando diez minutos de momentos explosivos, altibajos y acoples largos. “Oasis”, a continuación, hace sonar los acordes iniciales que dan paso a un ritmo lento, primitivo y atrapante, mientras que “Mohenjo-Daro” -el primer single- es más rápida pero sin salir del trance inicial.
En “Nómade” la banda sigue expandiendo sus fronteras, con tres minutos iniciales instrumentales y una situación sonora controlada, y “Nuestros indios” remite nuevamente a los antepasados con ocho minutos de acordes ligeros y sonidos pesados.
En “Kamikaze” sobrevuelan aviones que se estrellan entre acoples y guitarras aceleradas, siendo un cierre perfecto de un disco que busca reivindicar lo sagrado, lo primitivo y llevarlo a un plano moderno para ser una revelación dentro del ambiente stoner.
Del quechua “wak’a”, la palabra huaca tiene el significado de lo sagrado: desde la cosmología andina denominaba tanto a una montaña, a un río o arroyo, a un árbol, a un ídolo de piedra o madera, como así también, a las tumbas o cuerpos enterrados de los antepasados, siempre que estos fueran objeto de adoración.
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