Es un “Diablo” en la cancha
| 29 de Octubre de 2016 | 01:44

Por ADRIAN D’AMELIO
ENTREVISTA
El sol iba cayendo y la tarde se tornaba más que fresca en las canchas de tenis del complejo que se encuentra dentro del Hipódromo de La Plata, cuando llegó el platense Tomás Etcheverry para mantener un mano a mano con este diario. Recién arribado de Ecuador, donde fue noticia porque logró su primer punto para pasar a formar parte del ranking de profesionales de la ATP, que lidera Novak Djokovic, el joven de 17 años contó su experiencia y habló sobre los desafíos que se fijó para su prometedora carrera.
En su día de descanso, ya que hoy tiene que volver a la rutina de entrenamiento para afrontar de la mejor manera desde el lunes un torneo Future en Buenos Aires, Etcheverry hizo referencia en el inicio de la charla a la cobertura que hizo este diario sobre su actuación en Ecuador. “Qué apodo me pusieron en la nota -en referencia a la publicación del miércoles-, ‘Fideo’. Está bien, pero en el circuito me conocen más como el ‘Diablo’ o el ‘Diablito’ por Marco Antonio Etcheverry, el ex jugador boliviano”, dijo sonriente.
Con sus 17 años sorprende su altura. Mide 1,95 metros y con tendencia a seguir creciendo según lo que marcan los estudios antropométricos. Pese a su juventud tiene mil anécdotas, ya que es muy locuaz a la hora de prestarse a la entrevista.
La vinculación de Tomy con el tenis es muy particular: “Cuando era chico íbamos con mi familia a veranear a Cariló. Ahí nos quedamos los tres mes, ya que mi mamá tenía un negocio de bijouterie. Entonces, cuando tenía alrededor de cuatro años, para que no me aburra, mis padres decidieron comprarme uno de esos palos que tienen una base, y desde un hilo cuelga una pelota. Yo me la pasaba todo el día en la playa pegándole a la pelotita con la paleta playera de plástico. Y así arrancó todo”.
Más adelante siguió diciendo que “ese año cuando volvimos de Cariló, mis papás decidieron mandarme a una escuela de tenis en City Bell y desde ese momento no lo dejé más; aunque hasta los nueve años también jugaba al fútbol más que nada por mis amigos. Pero abandoné la pelota grande por la chiquita, porque ya comenzaba a jugar en torneos para menores”.
Lo llamativo es que esta inspiración que tuvo por el tenis no tiene relación con lo que sucede con su familia, ya que ninguno de sus integrantes lo practica. “Mi papá corría maratones, así que nada que ver”, agrega el “Diablito”.
Etcheverry creció y se fue haciendo camino al andar de la mano de su entrenador Gustavo Merbilhaa; aunque este año también se integró a la academia de tenis Grincoc, donde tiene como entrenadores a Cinthia García y Luciano Cabeiro (fue quien lo acompañó a Ecuador) con los “profes” Sebastián Pascuas (ex jugador de básquet de Estudiantes) y Santiago Contini.
Claro que el tenis no le implicó abandonar el estudio, sino todo lo contrario. Gran parte lo hizo en el Colegio Lincoln, pero desde hace un par de años con el tema de las giras por el interior y el exterior comenzó a estudiar por Internet con el método del SEADE (Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino) que tiene un convenio con la AAT. En estos momento, Tomy se encuentra cursando cuarto año de la secundaria.
Etcheverry cuenta que sus mejores golpes son el saque y la derecha. “Pero no me quedo con eso, sino que estoy perfeccionando como todos los otros tiros y las variantes de juego. Soy joven. Se puede decir que recién me estoy metiendo en el tema del tenis ‘grande’ por lo que soy consciente de que tengo muchísimo por aprender”.
A pesar de sumar su primer punto como profesional, no fue el mejor año para Tomy, ya que después de su gira por Europa se lesionó y volvió a las canchas después de tres meses, casualmente en el Future de Salinas de Ecuador.
“Iba a ir a San Juan, pero al final salió lo de Ecuador. Tuve que superar una Qualy muy dura y en el primer juego a quince minutos de comenzar el primer partido por el torneo me cambiaron al rival, ya que se descompuso y al final terminé enfrentando al peruano Meza por lo que tuve que variar todo el planteo. Encima estaba muy nervioso, porque sabía que en ese encuentro me jugaba mi primer punto como profesional. Además, la noche anterior casi no pude dormir por la propia ansiedad. Sostener el juego fue muy difícil porque las canchas eran cruzadas por un viento fuerte. Pero por suerte lo pude sacar adelante y ganar el partido. Después vino el tema de la foto, que fue idea de Luciano (Cabeiro) donde yo posé con una especie de cartel donde estaba escrito Djokovic doce mil puntos, Etcheverry uno. Al final se viralizó y apareció por todos lados”, comenta entre sonrisas.
Para Tomy el año sigue. Como quedó dicho desde el lunes jugará en Buenos Aires. Después irá a Villa del Dique Córdoba, Córdoba. Luego viajará a México y Estados Unidos donde concluirá con el Orange Bowl. En fin, Etcheverry tratará de seguir haciendo “diabluras” en una cancha de tenis.
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