Mal pronóstico del FMI para Argentina y el resto de América latina en 2016

El Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó sus perspectivas económicas para Argentina, el resto de América latina y el Caribe de este año, aunque mejoró su estimación para 2017 al proyectar una reactivación en algunos países de la heterogénea región de la mano de mejores políticas macroeconómicas.

El informe sobre la economía mundial divulgado ayer muestra que el FMI prevé una contracción de 0,6% para este año en la actividad de la región, una profundización de 0,1 puntos porcentuales frente al reporte de abril. Para 2017 proyecta una leve reactivación, con un crecimiento del 1,6%, 0,1 puntos porcentuales más que hace seis meses. “El crecimiento agregado de la región oculta una heterogeneidad sustancial: aunque varios países están sumidos en recesión, en 2016 la mayor parte de las economías de la región seguirán expandiéndose”, destacó el FMI.

En estas previsiones pesa que Brasil no termina de salir de su recesión. La economía del gigante sudamericano decrecería 3,3% este año, para ver una leve mejora en 2017 con una expansión proyectada del 0,5% si se reduce la incertidumbre política y financiera, según el Fondo.

ARGENTINA MEJORA EN 2017

En tanto, el FMI destacó que Argentina ha iniciado una transición “importante y muy necesaria hacia el marco de una política económica más consistente y sostenible” pero de alto costo, por lo cual revisó a la baja su previsión de crecimiento para el país a 1,8% en 2016, desde el 1% en su pronóstico previo. La economía argentina mejorará en 2017 frente a este año para crecer un 2,7%, acompañada por una moderación de la inflación y una mejor postura monetaria y fiscal. Pero la revisión muestra una expansión menor que la estimada en abril (2,8%).

Adicionalmente, la entidad sigue colocando a Venezuela con un muy mal desempeño al prever una “intensificación de la crisis económica” este año y el próximo, para los cuales pronosticó una contracción del 10% y el 4,5%, respectivamente. El FMI destaca que la caída del precio del petróleo desde mediados de 2014 ha exacerbado los desequilibrios macroeconómicos internos en Venezuela, país altamente dependiente de sus exportaciones de crudo y que enfrenta una elevada inflación y la escasez de bienes básicos.