Un thriller nacional para una audiencia global
| 11 de Noviembre de 2016 | 02:00

Netflix busca llegar a Argentina y Argentina salir al mundo: así se podría resumir el cruce de intereses que determinó que “Estocolmo”, producción de Story Lab y Kapow con libros de Marcelo Camaño y Lucas Molteni, fuera adquirida por el servicio on demand para convertirse en la primera producción nacional en estrenarse en exclusiva en la plataforma.
“Estocolmo”, thriller policial protagonizado por Juana Viale y Luciano Cáceres, ya está disponible para los usuarios de Netflix, en el formato habitual de la plataforma: los 13 episodios aparecieron en simultáneo. “Tenemos grandes expectativas con lo que va a suceder con el estreno: el sistema de recepción es diferente, lo podés ver en tu propia maratón”, afirma Camaño, quien pondera que “es fundamental que estas nuevas ventanas estén pendientes de la creatividad que hay en el ambiente argentino”.
La reflexión llega en un momento particular de la ficción a nivel mundial, donde, como explica el autor, “es muy poco el público que sigue los programas en sus horarios habituales en sus canales. Ya cambió ese modelo de recepción. Hoy la tecnología te da la posibilidad de tener a vos el control del entretenimiento, del horario del entretenimiento”. Una transición que se suma a la crisis de audiencia de la ficción nacional, que Camaño vincula directamente a las dificultades económicas de producir ficción y competir contra las industrias en dólares que aterrizan en la pantalla chica en el marco de un mundo global.
“No creo que el público le de la espalda a la ficción nacional, pero el público está entrenado, no tiene ganas de ser subestimado”, dice Camaño sobre las nuevas audiencias, que no están dispuestas a someterse a los contenidos repetitivos a los que apuestan las grandes productoras, opina, “no por capricho, sino porque las inversiones para hacer ficción son grandes y hay que minimizar el riesgo”.
RIESGO
Pero para tomar los riesgos, dice Camaño y concuerda Molteni, están los autores, que en este caso decidieron apostar de entrada a un público sofisticado y global, aún antes de conocer el interés de Netflix, no sólo desde los libros, sino desde la producción y la dirección. “La punta de la pirámide para nosotros era Netflix, pero teníamos claro que queríamos hablar ese lenguaje. Estábamos pensando en un público un poquito más sofisticado, que llega a la pantalla con ganas de ver la serie y no levantarse a hacer pochoclos, o atender el celular. Porque es lo que a nosotros nos gusta como escritores, nos gusta este tipo de televisión, entonces trabajamos para ese público ideal”, explica Camaño.
Así, explica Molteni, “creamos desde el principio una amalgama de diez horas de narración”, algo que brinda a la producción una cohesión que muchos autores argentinos afirman que se pierde ante la tiranía del rating. Molteni se suma al debate: “Por ahí el aire es un poco más mezquino en ese sentido, semana a semana te va pidiendo cambios”, opina.
LA TRAMA
El resultado es una ficción contundente y ágil con el ritmo vertiginoso y la complejidad política y social de las series internacionales a las que se está adaptando el paladar argentino cada vez más, una búsqueda de varias miniseries nacionales de los últimos años, producidas con subsidios del INCAA o pensadas para su exportación.
Producida por Nacho Viale, “Estocolmo” es un thriller policial que se sumerge en las oscuridades de los medios, la política y la Justicia al narrar la investigación alrededor de la desaparición de una joven en manos de una red de trata de personas. Un recorrido que involucra a un fiscal de la Nación (Cáceres) y una prestigiosa periodista de investigación (Viale), cuyos destinos se cruzarán con los de barras bravas, políticos y agentes encubiertos, cada uno con su agenda y todos parte de una trama mucho más grande que ellos mismos.
Una trama que incluye además a Esteban Lamothe, Jorge Marrale, Liz Solari, Leonor Benedetto, y Emilio Disi, y que concluye en los 13 episodios ya disponibles, aunque deja numerosos “ganchos”, cabos sueltos para preparar una segunda temporada. Filmada en Buenos Aires y el sur del país, sus autores afirman que “si bien es una serie que habla de un momento y una situación local, cualquier espectador del mundo se puede sentir reflejado, como nos pasa a nosotros con las series extranjeras”.
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