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Opinión |COMPARACIONES FORZADAS Y EFECTOS ECONOMICOS DEL ASCENSO DE TRUMP

La política argentina, con una imagen distorsionada en el espejo de EE UU

Por MARIANO SPEZZAPRIA

La política argentina, con una imagen distorsionada en el espejo de EE UU

Recalculando. Reunión de Gabinete con Malcorra tras la victoria de Donald Trump

13 de Noviembre de 2016 | 01:30

Twitter: @mnspezzapria

La política es una expresión de la voluntad. Entre tantas definiciones posibles para la actividad, esa sería la única capaz de justificar que aquí en la Argentina se haya interpretado, en sectores tan disímiles como el macrismo o el kirchnerismo (el actual gobierno y el anterior), que la victoria de Donald Trump en los Estados Unidos se debió a una reacción popular contra el establishment político, económico e intelectual.

Pero lo insólito no radica en la conclusión a la que arribaron ambos grupos –por medio del asesor estrella de Macri, Durán Barba; y de la propia Cristina Kirchner-, que puede ser discutible sólo por quienes entienden realmente la política norteamericana, sino en cómo buscaron capitalizar un acontecimiento externo para hacerlo encajar –como fuera- en sus esquemas de pensamiento.

Durán Barba, que siguió el proceso electoral ´in situ´, determinó que Trump ganó la elección pese a la resistencia del “círculo rojo”, al que define como la conjunción de centros de poder políticos, económicos y mediáticos que forman la elite de una sociedad. El asesor presidencial –también hay que decirlo- fue de los pocos dentro del PRO que anticipó lo que sucedería en Estados Unidos.

De hecho, la primera plana del gobierno de Cambiemos –empezando por Macri y siguiendo por la canciller Malcorra- cometió una imprudencia política al apostar por Hillary Clinton, en la búsqueda de reforzar una alianza que había comenzado a gestarse con la visita del presidente Obama, en marzo pasado. Pero ambos se equivocaron, así como también el embajador Martín Lousteau.

En cambio, Durán Barba leyó correctamente lo que estaba sucediendo en tierra norteamericana. Y acto seguido bajó línea interna: Trump es producto del hartazgo de la sociedad blanca de aquel país que por años vio relegado el “sueño americano” por un falso progresismo que cuenta con el soporte de Wall Street y se comprobó que los grandes medios de comunicación no formatean la opinión popular , ni siquiera los digitales.

Se trata del mismo razonamiento que impuso a la estrategia comunicacional del PRO, según la cual la alianza gobernante debía llamarse Cambiemos para empatizar con una sociedad que reclamaba una vuelta de campana tras doce años de hegemonía kirchnerista.

De allí que, una vez instalado en el gobierno, el PRO continúe apelando a ese tipo de recetas, entre las que pueden incluirse los timbreos organizados por Marcos Peña, el principal intérprete político de Durán Barba, que hace un culto del “contacto directo con los vecinos” –una categoría por cierto municipal- y que resiste a las críticas de la UCR y la CC-ARI por la “falta de política” en la gestión.

De acuerdo a esta cosmovisión de la realidad, el presidente Macri llegó a la Casa Rosada como un “outsider” de los poderes fácticos del país, pese a que se trata de un empresario con 30 años de vida pública que gobernó por dos períodos la capital federal –una auténtica vidriera política- y el club más popular, Boca Juniors. Eso sí, no surgió de las entrañas del bipartidismo peronista-radical.

En la otra punta del arco político, Cristina Kirchner también interpretó que Trump derrotó al establishment norteamericano. “Fíjense que había más de 300 medios de comunicación que apoyaban a la otra candidata y solamente 13 medios apoyaban a quien ganó”, afirmó en la universidad Arturo Jauretche, de Florencio Varela. Sus contradicciones saltaron a la vista.

Si la ex presidenta se la pasó años denunciando que los principales diarios y canales de TV le hacían un boicot a su gestión, ¿Cómo puede explicar ahora que Trump haya ganado con casi todo el sistema de medios estadounidense en contra? Tal vez el cuadro no resista la menor comparación.

En sectores oficialistas dicen que nuestro país salió de un populismo de izquierda y que Estados Unidos ingresa a una etapa de esa misma categoría, pero de derecha

Pero los dirigentes argentinos se esfuerzan por hacerlo. Por caso, en sectores oficialistas dicen que nuestro país salió de un populismo que pretendía ser de izquierda y que Estados Unidos ingresa a una etapa de esa misma categoría, pero de derecha. Por su parte, algunos peronistas como Daniel Scioli ven a Trump como un líder que supo interpretar a las mayorías populares.

Sin embargo, el ex gobernador -en sintonía con la ex presidenta- inició un periplo en el que buscará demostrar que todo lo que dijo en el debate con Macri previo al ballotage se cumplió, para desgracia del pueblo argentino. Scioli ya presentó su propio documental en algún distrito del Conurbano y en los próximos días hará lo propio en canales de TV que son afines al kirchnerismo.

“Quiero que vuelvan a poner al aire ese debate y que vean lo que se le prometió y se le dijo a los argentinos”, ordenó Cristina Kirchner y así se hará. La ex presidenta sabe, no obstante, que la gran mayoría de los intendentes del PJ bonaerense no la quiere de candidata a senadora nacional en 2017, sino que impulsa una interna entre su delegado Scioli y el ex ministro Florencio Randazzo.

“A su gente la queremos adentro, pero ella no puede ser candidata”, deslizó un intendente del Conurbano, que fue leal a la ex presidenta hasta que tuvo que dejar la Casa Rosada. La elevadísima imagen negativa de la ex mandataria –que se mantiene por las múltiples causas judiciales que hay en su contra- conspira contra la posibilidad de que regrese como una candidata ganadora.

EFECTOS ECONOMICOS

Si bien las comparaciones políticas estuvieron forzadas, en el terreno económico las consecuencias de la victoria de Trump podrían ser contantes y sonantes. Por lo pronto, el dólar norteamericano empezó a fortalecerse –el peso mexicano ya se devaluó 15% y el real brasileño un 9%- y en el mediano plazo podría encarecerse la toma de créditos en el mercado internacional.

Esto es un problema para el gobierno argentino, que viene haciendo frente al déficit fiscal con endeudamiento externo. Y pese a que en el discurso público relativiza el impacto económico que implica el ascenso de Trump, puertas adentro ya empezó a diseñar una estrategia para colocar deuda a tasas accesibles antes de que asuma el nuevo presidente norteamericano, el 20 de enero.

El ministro Prat Gay justificó días atrás el alto endeudamiento en la necesidad de cancelar este año los pasivos que dejó el gobierno anterior, por casi 10 puntos del PBI. El funcionario es uno de los más presionados dentro del gobierno debido a las escasas señales de reactivación que está dando la economía. Al propio Macri se le humedecieron los ojos cuando le preguntaron por la recesión.

La recuperación del segundo semestre nunca llegó y para colmo, la inflación tuvo un rebrote en octubre como consecuencia del impacto de la tarifa del gas y la suba de los alimentos. El próximo incremento de las naftas también será perjudicial. Así las cosas, en el gobierno se aferran a las encuestas: “Siguen marcando que está muy alta la expectativa de futuro”, aseguró Prat Gay.

Los plazos de esa recuperación, que se estiran en las previsiones oficiales, presentan sin embargo una restricción concreta: las elecciones legislativas del año próximo. Esa contienda política es la que impondrá al gobierno que la reactivación debe palparse entre los ciudadanos entre el segundo y el tercer trimestre de 2017. De otro modo, las urnas podrían acumular votos de amonestación.

La política económica de Cambiemos logró que la reactivación se produzca primero en el campo, pero que se retrase en las grandes concentraciones urbanas. Los problemas que padecen las industrias metalmecánicas, textiles y del calzado son un ejemplo de ello en el Conurbano. Pese a esto, en esa zona caliente de la Provincia no hay caldo de cultivo para los desbordes sociales.

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