Justificado reclamo en los barrios por el pésimo estado de las calles

Vecinos de distintos barrios de la Ciudad vienen reclamando en los últimos tiempos por la multiplicidad de baches que ocupan gran parte de sus calles, que mantienen en vilo a quienes transitan por esas zonas y que, en definitiva, exponen con elocuencia el pésimo estado en que se encuentra la estructura vial platense, afectada por incontables pozos, rajaduras, grietas y cráteres, lo que integra un paisaje callejero muy peligroso para automovilistas, motociclistas y conductores de transportes de pasajeros o de cargas, así como también para los ciclistas y peatones amenazados siempre por las maniobras zigzagueantes de todos los vehículos.

Esas protestas de los pobladores aluden a una continuada falta de reparación y de mantenimiento de las calles, de modo que a los viejos baches se van sumando nuevos, en un proceso en el que sobresale, nítida, la tan absoluta como inconcebible indiferencia de las sucesivas autoridades municipales frente a una tarea que tiene que ver con una de sus más elementales obligaciones.

Es común que, tal como lo hicieron en las últimas horas vecinos de Los Hornos, lleguen a este diario fotografías que exhiben la presencia de grandes baches, muchos de ellos cubiertos de agua, que a todas luces convierten en intransitables a las calles. Reseñan que los conductores en el afán de esquivar los pozos para cuidar su automóvil ponen en riesgo su propia vida y la de los transeúntes que circulan por esa esquina.

Se sabe que ahora vecinos de distintas zonas de City Bell elaboran un petitorio para que las autoridades reparen la calle 20, considerada como la única vía entre los caminos Belgrano y Centenario que une a las localidades de Gonnet, City Bell y Villa Elisa, virtualmente ametrallada por baches. Algunos trabajos de reparación que se realizan son considerados inaptos, ya que el hecho de que transiten esa calle colectivos y camiones de pesado porte augura que volverán a aparecer esos mismos baches en poco tiempo.

Como se ha dicho ya en esta columna, dista de ser éste un problema de los últimos tiempos. Por el contrario, desde hace varios años la calidad de las nuevas pavimentaciones es tan baja que cada calle recién asfaltada se convierte muy rápidamente en una nueva fuente de baches y reclamos. Se sabe que, en la jerga de los ingenieros y técnicos municipales, se suele calificar como “vamos a pintar calles”, lo que oficialmente se anuncia como planes de pavimentación.

La mala calidad se combina con la habitual falta de respuesta de las autoridades que demoran meses -y a veces más- en reparar las roturas, cuya cantidad va así creciendo geométricamente. Que no es un problema nuevo lo indica también que acerca del mismo ya se ha dicho aquí que evidentemente hay un virtual desentendimiento, por parte de todos los funcionarios involucrados, en situaciones que configuran un despropósito y que, no obstante su aparente significación menor, crean riesgos ingentes y desmejoran la calidad de vida de la gente y de la entidad edilicia de una Ciudad que, por muchos conceptos, ha caído en un abandono inquietante.

Ya se ha dicho que cada bache es -además de una incomodidad- un peligro que potencia el riesgo de accidentes. Así, sólo resta apelar a que las autoridades municipales asuman la reparación y el mantenimiento de las calles, no como una cuestión menor -como la ven a juzgar por la inacción- sino como una tarea esencial y urgente.