Pugnas y rencillas en el equipo de Trump para formar el gabinete
| 17 de Noviembre de 2016 | 02:48

Hacía días que el presidente electo Donald Trump no aparecía en público cuando entró a un lujoso restaurante de Nueva York entre aplausos de los comensales. La salida imprevista con la familia el martes a la noche marcó un fuerte contraste con las maquinaciones en la trastienda, indicio de una transición con problemas a medida que aparecen y desaparecen los nombres de candidatos a los puestos principales.
Que nadie se preocupe, insinuó Trump en un tuit: “Proceso muy organizado en curso mientras decido sobre gabinete y muchos otros puestos. ¡Sólo yo sé quiénes son los finalistas!” Antes de la cena en el restaurante 21 Club en Manhattan, Trump -quien se desvió del protocolo al dejar atrás a su contingente de prensa- se reunió con el jefe de su equipo de transición, el vicepresidente electo Mike Pence, pero había pasado un día más sin anuncios para el gabinete.
Afloran las tensiones y la pugna por el poder en el proceso. Los aliados de Trump expresaron públicamente sus conjeturas acerca de los posibles nombramientos. El ex legislador Mike Rogers, una voz republicana influyente en cuestiones de seguridad nacional, abandonó el equipo. Y un aparente descuido burocrático detuvo momentáneamente la capacidad del equipo Trump de coordinar con la Casa Blanca.
Parecía que el ex alcalde neoyorquino Rudy Giuliani apuntaba a la secretaría de Estado. Pero el equipo de transición estaba revisando los trabajos de Giuliani con gobiernos extranjeros como consultor privado, lo cual podría demorar su nombramiento o desplazarlo a otro puesto. Giuliani fundó su firma Giuliani Partners in 2001, y ayudó a empresas en nombre de gobiernos extranjeros como los de Qatar, Arabia Saudita y Venezuela. También fue asesor de TransCanada, que intentó construir el polémico oleoducto Keystone XL (que iba a unir la ciudad de Alberta, en Canada, con el estado de Nebraska y cuya construcción se frenó por críticas ambientales), y ayudó al fabricante del analgésico OxyContin (un opioide que puede causar adicción) a resolver una disputa con la agencia antidrogas DEA.
En tanto, John Bolton, ex embajador ante la ONU, sigue en carrera para encabezar el Departamento de Estado. Aunque tiene larga experiencia en política exterior, sus posiciones belicistas provocan algún temor: en una columna en el New York Times en 2015 propuso bombardear Irán para detener el programa nuclear.
Asimismo, Trump tiene en estudio al ex banquero Steve Mnuchin y al inversor multimillonario Wilbur Ross para liderar los departamentos del Tesoro y Comercio. El gobernador de New Jersey, Chris Christie, encabezó las operaciones de transición durante meses hasta que fue desplazado por Pence la semana pasada. Esto afectó la coordinación de Trump con la Casa Blanca. El martes, Pence firmó un memorando de entendimiento para facilitar la interacción entre su equipo y el gobierno del presidente saliente Barack Obama. Christie había firmado el documento, pero el ascenso de Pence invalidó su gestión.
En verdad, Trump creó dos centros de poder en la Casa Blanca antes de su investidura. Designó al presidente del Comité Nacional Republicano Reince Priebus como secretario general de la Casa Blanca y al empresario periodístico racista Steve Bannon como su principal estratega, pero dijo que eran “socios parejos”. Su yerno Jared Kushner también tiene una función crucial en la transición, lo cual acrecienta la incertidumbre acerca de quién toma las decisiones.
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