Fayt deja un legado ético y un ejemplo en la Justicia

Un maestro; un referente del Derecho y de la ética; un caballero; un republicano cabal. Esas son algunas de las definiciones en las que coincidieron ayer dirigentes de los más diversos ámbitos políticos e institucionales para referirse a Carlos Fayt, el juez de la Corte Suprema de la Nación que falleció el martes a la noche a los 98 años.

En tiempos en los que la Justicia enfrenta muchas veces cuestionamientos y reparos, la figura de Fayt se alza como un símbolo de juez independiente, riguroso, probo e incorruptible.

Fue designado en la Corte nacional por el presidente Raúl Alfonsín en 1983. Y siguió en el máximo tribunal hasta el 10 de diciembre del año pasado. En el último tiempo, resistió una dura embestida del kirchnerismo para que renunciara. Se intentaba forzar una vacante y designar al reemplazante antes de que se completara el mandato presidencial de Cristina Kirchner. Le imputaban un supuesto deterioro de sus facultades por su avanzada edad. Pero Fayt se mantuvo firme y anunció su renuncia para el mismo día que dejaba el poder la ex presidenta. Aquella templanza le ha sido reconocida como su última contribución a los equilibrios del sistema republicano.

Más allá de su rol como magistrado, Fayt fue un docente apasionado y un académico de jerarquía internacional. Profesor de Derecho Político, todavía se estudia por sus libros esa materia de abogacía.

Ejerció la docencia en nuestra universidad y en la UBA. Aquí, en La Plata, fue en los años sesenta adjunto de Silvio Frondizi en la cátedra de Derecho Político. Todavía hay generaciones de abogados que recuerdan su gesto adusto al frente de las clases.

De ideas socialistas, muchos destacan su pasión por la cultura cívica que lo llevó, durante años, a improvisar charlas en plazas y paseos públicos para enseñar los derechos y obligaciones del ciudadano común.

El ex juez de la Corte fue el primer y único cargo público que ejerció en su vida. Lo asumió cuando tenía 65 años y una extensa trayectoria en el ejercicio de la docencia y la abogacía.

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Fayt fue el último integrante de la Corte que dejó su cargo de aquellos cinco jueces designados por Raúl Alfonsín con el retorno de la democracia, en 1983. Y el último de los integrantes de la histórica Corte de nueve jueces, que trató casos resonantes y votó dividida durante la gestión de Carlos Menem.

Fayt, junto a Belluscio, Bossert y Petracchi, formaron el núcleo de aquella minoría que, con constancia y fundamento doctrinario, se opuso a la llamada “mayoría automática” que fallaba en sintonía con las pretensiones del Ejecutivo.

“La Corte no es un trabajo full-time sino full-life”, aseguró en una ocasión.

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Fayt había nacido en Salta el 1º de febrero de 1918, aunque cuando era chico su familia se mudó a Buenos Aires.

Cuatro décadas antes de su nombramiento en la Corte había empezado su carrera como abogado especialista en Derecho Público. Tuvo un rol activo en uno los “gremios” de la profesión, militó en el socialismo, llegó a ser candidato a gobernador por Salta por esa fuerza, en 1958, y presidió la Asociación de Abogados de Buenos Aires entre 1971 y 1973.

Escribió y publicó más de treinta libros sobre derecho y política. Renunció como profesor de Derecho Político luego de La Noche de los Bastones Largos, aunque luego fue profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires y director del Instituto Argentino de Ciencia Política.

Desde que la reforma constitucional de 1994 puso en duda su continuidad en la Corte, insistió en que no pensaba renunciar. En agosto de 1999 consiguió que el alto tribunal lo ratificara en el cargo, y pudo así pasar por alto la exigencia de la reforma que hablaba de un nuevo acuerdo del Senado, cada cinco años, a partir de los 75.

Entre su extensa producción teórica se encuentran no sólo libros de derecho sino sobre historia del pensamiento político, varios títulos de derecho constitucional y otros tantos sobre libertad de prensa.

En 1986 fue reconocido con el valioso premio Konex de Platino en Ciencias Políticas.

En la Corte superó el récord de permanencia del legendario Antonio Bermejo, juez entre 1903-1929.

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Juristas de prestigio, reconocen en Fayt una referencia, tanto por su jerarquía doctrinaria como por su conducta personal. Muchos recordaban ayer la “luminosidad” de sus fallos, que en muchos temas marcaron un rumbo y sirvieron como pilares para la jurisprudencia.

Concebía su rol de magistrado como un compromiso con los valores democráticos y republicanos. Practicó sus convicciones con firmeza. Por eso, con justicia, fue despedido ayer como un prócer del Derecho y un hombre imprescindible para la democracia argentina.

Sus fuerzas físicas se habían debilitado en el último tiempo. Pero mantuvo su lucidez hasta el final.

Con Carlos Fayt se ha ido, en definitiva, un hombre de principios y valores. Se ha ido, además, un jurista fuertemente comprometido con la independencia del Poder Judicial y con las vigas maestras del sistema republicano.