Seis ladrones se metieron en su casa y lo torturaron durante una hora

Un chico de 23 años estaba cómodo en su cuarto el martes a la nochecita. Pero cuando fue de la cama al living, notó la figura de un extraño y le habló. Desde ese momento, todo se convirtió en una pesadilla inolvidable de una hora, en la que lo torturaron a golpes, casi le cortan un dedo y le dieron una paliza que le dejó marcas por todo el cuerpo. “Pensé que me iban a matar”, reconoció el protagonista.

Fueron seis los delincuentes que irrumpieron en esa casa de 478 entre 11 y 12, cuando eran aproximadamente las 19.30 de anteayer. No les requirió demasiado esfuerzo entrar, porque primero se filtraron en el parque para después meterse por una ventana que no tiene medidas de seguridad.

Es probable que la banda pensara que no había nadie ahí. De hecho, no fueron a buscar al joven para amenazarlo, sino que se lo cruzaron de casualidad. Los ladrones le pidieron tranquilidad desde el comienzo, algo que difícilmente hubiera podido mantener si sabía lo que le deparaban los siguientes 60 minutos.

“fue un calvario”

Tres palabras le sirvieron a Bautista para resumir la odisea que le hicieron vivir. “Fue un calvario”, dijo, para referirse a los castigos físicos y a los tormentos psicológicos que sufrió.

Ni bien se vio superado en número, el joven se quedó en el molde y no pretendió resistirse. Mucho menos cuando vio que estaban armados y que “no les importaba nada”, según su propia visión.

“Les dije que no les iba a hacer nada y que les iba a dar todo lo que tuviera. Me pidieron plata, cien mil dólares que supuestamente había acá. Y repetían que los había mandado alguien que les dio ese dato”, relató el propio Bautista, en diálogo con EL DIA. Un cajón de madera, un sable antiguo y un cuchillo de cocina: cualquier cosa que los delincuentes se encontraban en la casa les sirvió para pegarle una y otra vez a la víctima. Ni siquiera él supo con qué otros objetos lo castigaron.

Al joven primero le ataron las manos con un cable. Uno de los asaltantes le agarró fuerte la mano y empezó a lastimarle un dedo como si estuviera serruchando un pan en rebanadas. Recién paró cuando empezó a brotar la sangre.

El mismo cuchillo de cocina se lo apoyaron en el cuello. Así amagaron una y otra vez con degollarlo. De la misma manera lo hirieron en otras partes del cuerpo.

Ayer a la tarde, Bautista tenía marcas en la cara, en el abdomen y, sobre todo, en la espalda. En esas zonas le pegaron “constantemente”.

Todo estuvo condimentado con una tortura psicológica: “Yo obedecía siempre. Si uno me decía de ir a revisar un cuarto para buscar plata, iba con él. Pero aparecía otro que me había dicho que me quedara quieto, me reclamaba por eso y me volvía a pegar. Se turnaban entre ellos. Lo mismo si miraba para abajo o si hablaba. Ni los miraba para no provocarlos. No podía creer la violencia que tenían, aunque yo trataba de cooperar”.

Otro apremio que se les ocurrió en el momento fue hacerlo entrar en la estufa hogar de la casa y amenazar con quemarlo vivo con alcohol.

Mientras algunos sometían al chico, otros registraban y destrozaban la casa. “La dejaron dada vuelta y se robaron todo lo que había. Se llevaron una tablet, una cámara de fotos, electrodomésticos, dos mil dólares, algunas armas de colección que no sirven para tirar y el iPhone que me lo había comprado tres días atrás”, se lamentó Bautista.

No se sabe en qué llegaron hasta ahí los delincuentes. Al muchacho lo dejaron encerrado y recién se asomó a mirar cuando sintió el silencio.

La posibilidad que se maneja es “que hayan tenido un auto cerca” u otra más probable: que sean ladrones que no necesitaban de ningún vehículo porque serían vecinos de la zona.

Los agentes de la jurisdicción, encabezados por Juan Claure, trabajan con intensidad para ubicar a la banda. Por el momento no hay nadie detenido.