El manual de Macri: hacer todo al revés que Cristina
| 6 de Noviembre de 2016 | 02:38

Twitter: @mnspezzapria
“Nosotros tenemos que hacer exactamente lo contrario de lo que hizo el kirchnerismo”. La frase fue atribuida a uno de los principales funcionarios del gobierno, que intentaba explicar a un grupo de legisladores de Cambiemos la lógica política que guiaría del oficialismo. Aquella indicación se convirtió, con el tiempo, en la primera regla del manual de gestión del presidente Mauricio Macri.
El mandatario se encargó de ratificar ayer mismo la vigencia de ese precepto al recibir a la Fragata Libertad en Puerto Madero. Macri encabezó un acto en el que destacó el “profesionalismo” de los marinos que viajaron por el mundo en el buque escuela. Y la austeridad de sus palabras contrastó con el tono épico que le había dado Cristina Kirchner a la recepción de 2013, en Mar del Plata.
En esa oportunidad, el navío venía de ser retenido por 70 días en el puerto africano de Ghana, donde quedó varado a raíz del litigio judicial entre el Estado argentino y los “fondos buitre”. Pero ahora que ese conflicto es parte del pasado, los discursos exaltados también parecen haber sido aplacados por el cambio de época, que no hace un culto de las situaciones de excepcionalidad.
El efecto es simbólico por cierto: la fragata es la misma y los marinos no distan de los que hicieron el complicado viaje tres años atrás, pero el mensaje es que el país se encuentra ahora con la proa puesta hacia la normalización. Son gestos políticos que le reportan beneficios al gobierno por contraposición con el kirchnerismo, lo cual le permite a Cambiemos acariciar a su electorado.
Ese no es un asunto menor a la vuelta de un año que sólo deparó agrias noticias en el terreno económico -salvo el rápido cierre del capítulo de los “holdouts”- y en el que la imagen de Macri sufrió las consecuencias, sobre todo en nuestra Provincia. Parece claro que si fuera por los inquilinos de la Casa Rosada, el juego de las diferencias Macri-Cristina se mantendría por años.
Pero eso no depende sólo de la voluntad de los estrategas gubernamentales. Ya lo saben en la mesa chica del PRO, donde acumulan señales del “círculo rojo” -definido como una suerte de poder permanente por Jaime Durán Barba- de que Massa siente que la figura de recambio para Macri no es Cristina sino él mismo. El líder del Frente Renovador lo tiene claro y busca sacarle provecho político.
En sociedad con Margarita Stolbizer, el diputado tigrense decidió concluir 2016 haciendo una oposición constructiva a Cambiemos. Por eso votó a favor del Presupuesto para el año que viene y del proyecto de Participación Público-Privada (PPP) para dinamizar la obra pública, aún a riesgo de los cortocircuitos que eso provocó en su espacio con Felipe Solá, Héctor Daer y Facundo Moyano.
Los tres diputados son tal vez quienes más tironean a Massa para que regrese al PJ y lo lleve a puertos lejanos del kirchnerismo. Pero en el entorno del jefe renovador anida otra idea: quedar a flote tras las elecciones de 2017 para que luego sea el peronismo el que lo vaya a buscar como un salvavidas de cara a 2019. Eso implicaría mantenerse ahora como una opción diferenciada del PJ.
Pese a que no se destaca como conductora política, Cristina Kirchner también llegó a la conclusión de que Massa es el elegido para contrapesar al gobierno. Por eso alumbró –junto a miembros de su consulta como Eugenio Zaffaroni- la estrategia de responsabilizar a los ex jefes de Gabinete de los tres gobiernos del FpV por los contratos con las empresas de Lázaro Báez y Cristóbal López.
Parece claro que si fuera por los inquilinos de la Casa Rosada, el juego de las diferencias Macri-Cristina se mantendría por años
Entre ellos figura el propio Massa, que estuvo en el cargo un año entre 2008 y 2009. En esa lista aparece también Alberto Fernández, que salió eyectado del primer gobierno de Cristina tras la crisis con el campo. La nómina también la integra Juan Manuel Abal Medina, que pese a que fue un ultra K, ahora está en pleno proceso de reconversión a un peronismo que busca despegarse.
A Aníbal Fernández y a Capitanich, Cristina no tiene que darles explicaciones, porque ambos le siguen siendo fieles. Aunque más allá de lo político, los argumentos de la ex presidenta hacen agua en el plano judicial, porque en el fondo no niega las irregularidades sino que las traslada a sus ex subordinados. Y los puntos de contacto con Báez son demasiados como para ser minimizados.
Otros datos que maneja la Justicia federal en base a indagaciones de la Unidad de Información Financiera (UIF) van a dar que hablar en las próximas semanas. Por caso, que los cinco millones de dólares que estaban a nombre de Florencia Kirchner en cajas de seguridad no se los traspasó su madre, sino su hermano Máximo. Con certeza, ambos serán citados a declarar por esa razón.
Con semejantes problemas judiciales, en el PJ orgánico le ponen cada vez menos fichas a la posibilidad de que Cristina sea candidata a senadora nacional aquí en la Provincia en 2017. Y también dudan de sus posibilidades electorales, puesto que sólo la ven fuerte en algunos distritos de la Tercera Sección, pero estaría rezagada en la Primera y se desplomaría en todo el Interior.
Algunas compañías, como la de Boudou, no ayudan a recomponer la imagen de Cristina. El ex vicepresidente metió “las patas en la fuente” de la Plaza de Mayo y provocó todo tipo de reacciones. Algunos vieron en esa imagen la degradación final del peronismo, pero se trata de un movimiento al que se lo dio por muerto tantas veces como las que lo resucitaron.
Como sea, Boudou fue echado del palco central de la marcha de las CTA, por orden de Pablo Michelli. “Tendría que quedarse en su casa y no venir acá a generar problemas”, explicó luego el dirigente que pugna por la unidad del sindicalismo más combativo para forzar al triunvirato de la CGT a terminar el año con un paro general, algo que por el momento no figura en sus planes.
Tanto es así, que dentro de diez días volverá a sentarse con el gobierno y los empresarios en la mesa de diálogo inaugurada el mes pasado y se estima que allí mismo se anunciarán los sectores que recibirán el bono de fin de año, que beneficiará tanto a trabajadores públicos como privados. En el caso del Estado nacional, unos 150.000 agentes recibirían un promedio de 3.000 pesos.
Más dudas al respecto hay en las provincias y los municipios que no están en condiciones de pagar el bono, como lo reconoció aquí la gobernadora Vidal. Pero algunos sectores de la producción, como el agropecuario, se sienten en deuda con la administración de Cambiemos por la rebaja de retenciones y ya negocian el pago extra en conversaciones que protagoniza la Sociedad Rural.
Los empresarios más importantes del país creen, no obstante, que otros temas pendientes en la agenda serán más relevantes en términos políticos. Por caso, las por ahora soterradas charlas para que una cadena de televisión norteamericana compre los derechos de transmisión del fútbol argentino, una vez que concluya el programa Fútbol para Todos, financiado por el Estado nacional.
Esa jugada, atribuida a un importante funcionario del gobierno, podría alterar los equilibrios internos, así como también la discusión en torno al “monopolio” de las compañías telefónicas sobre el mercado de los teléfonos celulares. El resultado de esas conversaciones, que ya están presentes en las mesas políticas y económicas mejor tendidas, no será neutro para el país.
Mientras tanto, el gobierno gana tiempo con su diferenciación del kirchnerismo. Además de la sobria recepción de la Fragata Libertad, autorizó la difusión de un informe en el que se concluyó que la contaminación del Río Uruguay tiene más intensidad en la franja costera argentina que en la uruguaya, pese a la actividad de la polémica pastera a la altura de Fray Bentos y Gualeguaychú.
Aquel desencuentro con Uruguay fue tal vez una de mayores incongruencias políticas de la era K.
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