Gimnasia, a un punto del descenso pero ganando se acomoda: la montaña rusa del fútbol argentino

Gimnasia transita una temporada cargada de incertidumbre y tensión, con una permanencia que pende de un hilo y una tabla anual que lo acecha desde abajo. Aunque la calculadora aún lo sostiene en Primera gracias a su posición en los promedios, su presente futbolístico y los números de la campaña anual exponen una realidad incómoda: el Lobo está en zona de riesgo y necesita reaccionar cuanto antes. Restan 13 fechas, con posibilidad aún de sumar refuerzos y un empate ante San Lorenzo que da esperanzas tras la derrota inicial.

En la tabla anual, Gimnasia tiene apenas 17 puntos, una unidad por encima de Aldosivi y Talleres (ambos con 16), y emparejado con Sarmiento. Si el descenso fuera solo por esa vía, estaría apenas pero salvado, sin margen para errores.

La montaña rusa de la permanencia

El panorama se vuelve más alentador si se observa la tabla de promedios, donde el equipo de La Plata ocupa el puesto 27 de 30, con 110 puntos en 100 partidos, igualado con Central Córdoba de Santiago del Estero. La ventaja más clara la saca sobre Sarmiento, que divide por la misma cantidad de partidos pero está 12 unidades por debajo. Sin embargo, este colchón no puede ser un consuelo en un torneo que tiene dos descensos, uno por promedios y otro por tabla anual.

Aún más alarmante es lo poblado del pelotón que pelea por mantenerse: 17 equipos se encuentran separados por ocho puntos entre el último que desciende hoy (Aldosivi) y los que apenas lograron alejarse del fondo. Banfield, por ejemplo, ganó y tomó algo de aire, mientras que Talleres volvió al triunfo pero sigue comprometido. San Martín de San Juan venció a Riestra y lo dejó en zona roja, aunque sigue con 12 puntos y también complicado. Aldosivi, pese a sus intentos, no consigue despegar y cayó con Defensa.

El mayor problema de Gimnasia en lo que va del campeonato ha sido su anemia ofensiva. Con apenas 9 goles convertidos, es uno de los equipos con peor promedio goleador, a la par de Godoy Cruz (-10), San Martín (-13) y Vélez (-14). Esa falta de acierto en el área rival se combina con una de las defensas más vencidas del certamen: 12 goles en contra, un número que comparte con Aldosivi, San Martín y los mismos rivales que comparten su padecimiento ofensivo.

Respecto a puntos en debate, con Deportivo Riestra lo empató sobre el final mientras que contra Estudiantes en la última jugada cedió dos puntos. La eliminación ante Central Córdoba de Rosario, de Primera C, fue un golpe duro pero también lo hace solo enforcarse en el principal frente.

La derrota contra Vélez en Liniers dolió internamente porque Gimnasia fue superior y quizás de las mejores imágenes en el último tiempo (0-1), mientras que del resto de los partidos poco para salvar o dar cuenta que el resultado no estuviera justificado.

La falta de contundencia en ambas áreas resume buena parte del presente albiazul. Ni la reciente llegada de refuerzos ni los retoques tácticos han logrado revertir la tendencia.

Un fixture sin respiro

El calendario inmediato del Lobo tampoco da espacio para relajarse. En la próxima jornada recibirá a Independiente, que también llega con necesidades urgentes. Luego deberá visitar a Godoy Cruz en Mendoza, un equipo golpeado pero que se hace fuerte de local. Más tarde, enfrentará en el Bosque a Lanús, que navega la mitad de tabla, y tras ello viajará a San Juan para un choque directo frente a San Martín, una verdadera final por la permanencia. El cierre de este tramo será ante Atlético Tucumán, otro de los que pelea abajo, en 60 y 118.

Es decir, salvo el duelo ante el Rojo, todos los compromisos próximos del Lobo son ante rivales directos, equipos con similares urgencias y cuentas por salvarse.

La situación es delicada, pero no definitiva. Un par de victorias consecutivas podrían empujar a Gimnasia hasta la mitad de tabla, donde la tranquilidad se disfraza de momentánea. El problema es que el equipo aún no logra encontrar la regularidad ni el gol. La defensa sigue concediendo y los refuerzos no terminan de pesar.

Con la presión en aumento y los márgenes en retroceso, el Lobo está obligado a cambiar su rostro si quiere mantenerse en Primera. El Bosque lo sabe. La hinchada lo exige. Y los números ya no dan margen para más excusas.