Una artista sin igual

Por encima de los escándalos que protagonizó, el legado de Amy Winehouse es el de una artista excepcional a la que la crítica musical elevó al nivel de mitos del jazz como Sarah Vaughan, Dinah Washington o Ella Fitzgerald, tras la publicación de su álbum debut ‘Frank’ (2003).

Con sólo 20 años, Amy Winehouse sorprendió con unas canciones y una voz muy alejadas de las habituales en las estrellas del pop que la industria musical fabricaba con asiduidad, y recibió el Ivor Novello a la mejor canción contemporánea por ‘Stronger than me’, premio que también recibiría por `Rehab’ y ‘Love is a losing game’.

Amy Jade Winehouse nació en Londres el 14 de septiembre de 1983, hija de una farmacéutica, Janis, y un taxista, Mitch, que se separaron cuando la cantante tenía 9 años, un hecho que marcó su infancia, que transcurrió en el barrio de Southgate, al norte de la capital británica.

Winehouse, que a los diez años había creado una banda de rap llamada Sweet ‘n’ Sour, siempre renegó del pop y de la industria del espectáculo, y no soportaba que se la relacionara con Simon Fuller, su descubridor y también creador de fenómenos como el de las Spice Girls.

“Escucho la música de nuestro tiempo y me enfado”, decía Winehouse, que encontró en el jazz su refugio desde la adolescencia. “Diría que el jazz es mi lenguaje”, afirmaba una artista que en su adolescencia formó parte de la National Youth Jazz Orchestra.

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