Podas excesivas y fuera de época ponen en riesgo el arbolado público

¿Los funcionarios municipales de La Plata, responsables de las podas, han decidido someter a buena parte del arbolado público al maltrato y a la depredación? Tal como lo refleja una nota publicada en este diario, en las últimas semanas nuevas intervenciones desmedidas, al extremo de convertirse en literales trabajos de tala y no de corrección, condenaron inexplicablemente a los vecinos a carecer de sombra, en operativos que, además, se realizan fuera de época.

Las elevadas marcas térmicas de los últimos días dejaron en evidencia la carencia total de cobertura forestal en varios tramos del microcentro, como consecuencia de los polémicos criterios de poda que aplicó la Comuna. Así, una suerte de verdadera devastación forestal dejó sin copas y sin sombra a la diagonal 74, entre las plazas Moreno e Italia. Se trata de cinco cuadras de intensa actividad comercial y de mucho movimiento peatonal.

Aquí correspondería recordar que la cortina forestal que rodea al palacio de Tribunales fue literalmente arrasada el año pasado, alegándose desde la Comuna que esa poda se realizaba para espantar a los estorninos que anidaban en los árboles. Lo cierto es que los estorninos volvieron y los árboles quedaron gravemente afectados, se supone que por muchos años.

En varias oportunidades se han expuesto en este diario los “criterios” invocados por los funcionarios municipales para explicar este tipo de podas. Lo cierto es que los especialistas en el tema cuestionaron desde siempre las desmesuras en que incurren las cuadrillas municipales, calificando por lo pronto a este tipo de podas como “innecesarias”.

Desde el ministerio de Asuntos Agrarios bonaerense acaba de advertirse que “la poda no es un proceso natural, por lo tanto puede considerarse como una agresión”, y se aclara que “un árbol que no sufra coacciones especiales en su expansión aérea o subterránea, y que no presente señales de debilidad o de ataques parasitarios, no necesita ni debe ser podado”.

Bien se conoce que el arbolado platense sufrió, en el curso de muchos años, un deterioro gradual y sostenido, disminuyendo la cantidad de ejemplares hasta llegarse al punto de que un relevamiento realizado por especialistas de la facultad de Agronomía determinó que en La Plata faltaban, cuanto menos, 15 mil árboles, para poder mantener así la excelente ecuación de árbol por habitante que mantuvo a lo largo de décadas, desde su fundación.

Lo cierto es que, a partir de una incomprensible desidia de no pocas administraciones, se abrieron, por así llamarlas, alternativas indeseables, tales como la llamativamente empecinada realización de podas mutiladoras o, directamente, las talas clandestinas que causaron gravísimos daños tanto en el casco céntrico como en la periferia. La falta de muchos árboles en las veredas -que pertenecen al dominio público y no a los frentistas- se hace sentir.

Por respeto a una tradición que se nutre en los orígenes mismos de la Ciudad, los funcionarios municipales debieran valorar, de una vez por todas, la importancia que adquiere la preservación del patrimonio forestal platense, que forma parte de la mejor identidad ciudadana. Y que, fundamentalmente, cumple con una función ambiental que cada día es más básica para enriquecer la calidad de vida. La Plata demanda desde hace años no sólo una mejor defensa sino el acrecentamiento, del arbolado público, que es esencial para enriquecer la calidad de vida.