“Tengo VIH hace 20 años”

Me llamo Enrique, soy platense y me enteré que tenía VIH en 1996, hace exactamente 2 décadas, a mis 34 años. Me lo comunicó una médica mientras estaba internado en un hospital de La Plata, al que llegué por una infección pulmonar que no podían identificar. Al mismo tiempo, hacía un año que había empezado a sufrir una depresión anímica muy fuerte, desoladora.

La sensación más dura no la tuve cuando me dieron el resultado de los análisis, sino cuando tuve que dar el consentimiento para que los hicieran, porque suponía que podía estar infectado. En los años 80 la libertad que sucedió a la dictadura se manifestó, entre otras cosas, en una actividad sexual más libre y desinhibida. Las campañas de cuidado con preservativo llegaron tarde al país. Por entonces estaba en pareja desde hacía unos 8 años. La vía de transmisión fue, sin duda, sexual.

En ese momento el tratamiento consistía en AZT, un medicamento que se había desarrollado originalmente para algún tipo de cáncer. Mientras estaba internado, los diarios me esperanzaban con la noticia de los “cócteles”, que comenzaban a probarse con éxito en Estados Unidos y que son los que me permitieron estar vivo hasta hoy.

El diagnóstico pegó mal en mi entorno cercano. Yo los veía a ellos con cara de mirar un cadáver y me la pasaba dándoles ánimo. En estos 20 años, dos amigos queridos, que se angustiaron muchísimo con mi diagnóstico porque suponía un cuadro terminal, murieron por cáncer. Pero claro, por esa época era lógico que se pensara así, no había mucho conocimiento y los medios replicaban los casos de famosos muertos por la epidemia.

En realidad, para mí, el diagnóstico fue de alguna manera liberador. Me puse en manos de los médicos e hice lo que me dijeron. Había estado muy deprimido, deseando morirme durante todo un año. Cuando toqué fondo me dieron ganas de vivir. De ahí en adelante todo fue más fácil, porque lo que fuera que viviera era por elección, por ganas.