Solamente Lobos
| 11 de Diciembre de 2016 | 02:08

Por suerte éste es un blog digital: no vale la pena matar árboles para analizar otro partido -uno más y van- pobrísimo de este Gimnasia de Alfaro. Un equipo sin identidad, que cambia todo el tiempo para que nada cambie. Hoy con Niell e Ibáñez; ayer nomás, con Rasic y Vegetti. A veces con Licht abajo, a veces al medio. Oreja es cuatro pero termina de tres. Imperiale juega bien, pero ante las contingencias, termina de marcador de punta. Mientras se sigue llorando a Meza a tres meses de su salida. Mientras se extraña a lesionados. Mientras, se vive el mercado como la panacea aunque se parezca más a un placebo.
¿Y Lucas Lobos? El 10 que vino a retirarse, el que no estaba ni está para jugar demasiados minutos, fue titular por primera vez. ¿Saben qué? Fue el único que intentó algo distinto. ¿Algo más? Sí. ¡Jugó 90 minutos! En un partido de exigencia física pero sin intensidad, sus toques fueron lo único que le quitó la modorra a los hinchas. Si bien es cierto que una rodilla no está bien y su físico está menos apto para el roce que hace 10 años, su enorme talento le permite nada menos que JUGAR. Porque esto que tanto se sufre y se planifica como si China fuese a atacar Kamchatka no deja de ser un juego en el que, como en cualquier potrero polvoriento, la "ley suprema" del panyqueso exige hacerles un lugar a los mejores. Lucas Lobos, sin hacer nada del otro mundo, jugó 6 puntos en un partido que arañó el 4. Y como alguna vez Diego Alonso demostró que su mente era superior a su físico, hoy es el 10 quien le saca la lengua a su endeblez física en base a su enorme TALENTO. Que, seguramente, será difícil de comprar en la farmacia de la esquina.
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