Vendedores ilegales resisten y provocan tensión en las calles

Más de dos décadas después de que una ordenanza prohibiera la venta ambulante en suelo local, La Plata sigue tallando alto en la lista de ciudades argentinas con mayor penetración del comercio ilegal y cada intento por ponerle freno suele derivar en incidentes, con forcejeos, gritos y denuncias cruzadas. Lo que sucedió ayer en diagonal 80 entre 46 y 47, donde un operativo para desalojar puestos ambulantes terminó en un escándalo, con vendedores e inspectores comunales lesionados, fue un nuevo capítulo de una escalada de episodios cada vez más violentos por la resistencia a los controles contra esta actividad ilegal.

Los manteros senegaleses son -como se sabe- el eslabón más débil de una organización ilegal a gran escala. Todo hace presumir que venden mercadería de contrabando y que llegan al país a través de una organización aparentemente mafiosa que les asigna las ciudades y lugares en los que instalan sus puestos. Es un negocio multimillonario. A los propios vendedores les asegura importantes ingresos “en negro” que, en algunos casos, hasta les permite viajar de vacaciones a Senegal.

Ayer, poco antes del mediodía, los agentes de la subsecretaría de Convivencia y Control Ciudadano retomaron, en distintos puntos de la Ciudad, los procedimientos para levantar puestos de venta callejera. Uno de los sectores elegidos fue el corredor que va de plaza San Martín a la Estación de Trenes, donde suelen alinearse decenas de manteros que venden productos de dudosa procedencia en una actividad que está al margen de toda norma: no pagan impuestos; ocupan el espacio público; no entregan facturas ni hacen aportes de ningún tipo.

En diagonal 80 entre 46 y 47, a mitad de cuadra, fue donde se produjeron los incidentes. Al parecer todo comenzó cuando los inspectores le ordenaron a un vendedor senegalés que levantara un puesto de venta de relojes, anteojos y bijouterie. Se investigan ahora las circunstancias en que comenzó un forcejeo entre los inspectores y el vendedor, presuntamente en el momento en que se disponían a incautarle la mercadería y el vendedor resistía el operativo.

derivo en un escandalo

Ese fue el disparador de media hora de tensión, corridas, gritos y acusaciones cruzadas. Decenas de comerciantes, vecinos y ocasionales transeúntes se reunieron en torno a lo que sucedía. A medida que la situación cobraba mayor temperatura, algunos intervinieron a fin de apaciguar los ánimos. Hubo incluso quienes, en ese marco, apoyaron a los vendedores.

En cuestión de minutos llegaron otros ambulantes senegaleses que intentaron contener al que denunciaba haber sido agredido en el rostro, al tiempo que, a los gritos, acusaban a los inspectores de quitarles la mercadería y no permitirles “trabajar”. Enardecido, el vendedor golpeado mostraba una lesión en el ojo derecho y acusaba haber recibido el golpe por parte de una persona vestida de civil que, según sostenían los implicados, habría formado parte del operativo.

Los ánimos recién empezaron a apaciguarse cuando los inspectores de Control Urbano se retiraron llevándose la mercadería incautada, aunque la tensión se prolongó todavía unos minutos.

También participó del operativo personal de la Policía local, cuyos agentes trasladaron poco después, en patrullero, a los vendedores y dos testigos, quienes radicaron en la comisaría primera una denuncia por lo ocurrido.

Se vio también un móvil de la Agencia de Seguridad Vial, aunque sin que quedaran claros los motivos de su intervención. En un video subido a eldia.com se ve otro momento de tensión: fue cuando un hombre de civil que estaba subido en ese vehículo, sentado del lado del acompañante, gritó exaltado después de que, al parecer, le arrojaran algún elemento contundente.

Tras los incidentes se labraron actuaciones por “lesiones recíprocas”. El director de Inspecciones de la Municipalidad, Emanuel Reyes, radicó una denuncia en la que se indicó que dos inspectores, de 27 y 55 años respectivamente, habían sufrido golpes durante el forcejeo. En tanto que el vendedor senegalés, de 28 años, radicó, a su vez, una denuncia acusando a los inspectores por las lesiones que dijo haber sufrido.

Como si nada hubiera ocurrido, horas después de los operativos volvieron a verse, en diagonal 80, manteros ofreciendo sus productos.

Este fue el segundo episodio de estas características, en la misma cuadra, en lo que va del mes. Y se suma a una larga lista de encontronazos entre inspectores que realizan operativos para levantar puestos ilegales, y vendedores que se resisten a que los desalojen. A lo largo de 2016 hubo, asimismo, reiterados piquetes para reclamar que les permitan ofrecer sus productos en la vía pública.

Pese a que en septiembre de 1993 el Concejo Deliberante local sancionó la ordenanza 8.209, que prohibió la actividad comercial en la vía pública, en La Plata la venta ambulante ilegal no deja de crecer. Un reciente relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) señaló que en la Ciudad hay 5.800 puestos irregulares. Esa cifra, se indicó, incluye tanto a “manteros” como a puesteros en “saladitas”, a los senegaleses que conducen sus carros por las principales avenidas del centro y a los vendedores que trabajan en las plazas bajo el paraguas de la venta de artesanías, pero en los hechos ofrecen productos industrializados o falsificados que ingresarían al país a través del contrabando y eludiendo controles.