Dos equipos parejos tanto en virtudes como en defectos

La edición del clásico 155 está a la vuelta de la esquina. Dos equipos definidos, con sus propuestas y sus temores. Estudiantes y Gimnasia llegan muy parejos al derby, algo que hacía varios años que no ocurría.

El Pincha tiene a favor el peso de la localía y la mochila vacía de llevar seis años sin derrotas y 13 temporadas sin perder como local. Del otro lado el Lobo se ilusiona con la renovación de su plantel y la bocanada de oxígeno que encontró en las primeras fechas. Pero el bolso de una década negra le puede llegar a pesar.

Estudiantes ya no tiene el plantel de años atrás. Los campeones de América, en su mayoría, ya no están (o regresaron con más kilometraje) y los juveniles con aspiraciones se marcharon a Europa.

Esta vez el equipo se armó con la austeridad que indica un Club con poco dinero y miles de problemas económicos. La decisión fue la de “barrer el salón y en ese camino se achicó el presupuesto notoriamente.

En ocho meses se fueron, primero, Guido Carrillo, Diego Vera, Matías Aguirregaray, Román Martínez y, luego, Ezequiel Cerutti, Leonardo Jara y Gastón Gil Romero, entre otros. Muchos miles (o millones) de dólares dejaron el Club y los que ingresaron lo hicieron con menos ceros en su transferencia.

De las incorporaciones, todas a a préstamo con opciones de compra, la más generosa fue la de Leandro González Pirez, jugador con proyección, de buen presente y pretendido por equipos grandes de la Argentina. Uno o dos escalones por debajo se debe ubicar a Lucas Viatri, jugador valorado pero con muchos altibajos físicos en su reciente paso por Banfield. Las demás incorporaciones fueron jugadores que rescindieron contratos o buscaron una salida de sus clubes porque estaban demasiado relegados, caso Facundo Sánchez, Juan Cavallaro, Augusto Solari y Gonzalo Bueno.

También Gimnasia se armó con lo que pudo y con los pesos que le ingresaron por la venta de Nacho Fernández a River. El dinero fuerte lo puso en el arco, contratando a Enrique Bologna, un arquero de vasta trayectoria al que se aseguró por dos años y medio. Fue la primera compra para apagar el incendio que dejó la salida de Nicolás Navarro, de gran 2015.

Luego buscó un central y un delantero: Mauricio Romero (Dorados de México) y Franco Niell (Rosario Central). Con ellos dos, más el arquero, agotó el presupuesto. Y conformó al técnico, otra gran apuesta económica para 2016. Los demás llegaron con el vuelto: Facundo Castillón era el sexto delantero de Racing, y Valdez Chamorro no ingresaba ni al banco de Lanús.

ARMAS FUTBOLISTICAS

Gimnasia se reinventó luego del clásico. Lo que pareció ser una mala noticia para Pedro Troglio terminó siendo un salvoconducto. Walter Bou dejó en el olvido a Nicolás Mazzola y Federico Rasic, Castillón y Matías Noble a Javier Mendoza y Maxi Meza, Lorenzo Faravelli a Franco Niell y también al lesionado Valdez Chamorro, que llegó luego del escándalo y apenas jugó 45 minutos.

Troglio dejó atrás el 4-4-2 del año pasado y en una semana hizo el milagro de volver a tener un equipo competitivo con un dibujo 4-2-3-1. Con el descarte de otros clubes y gracias al valioso aporte del buen trabajo en Inferiores armó un Gimnasia combativo, que presiona en el medio y ataca cada vez que tiene la pelota. No brilla ni le gusta tener demasiado la pelota. Pero es vertical como la letra I. La prensa lo miraba de reojo porque sus triunfos habían sido contra Patronato, Olimpo y Sarmiento, pero las sólidas actuaciones ante Vélez y San Lorenzo cambiaron el primer concepto.

A Estudiantes también el clásico de Mar del Plata lo marcó, pero para mal. Perdió a su arquero (y referente) por seis fechas, y Nelson Vivas tuvo que romper el doble cinco con el que había trabajado durante el verano por la salida de Israel Damonte. Además se vio obligado a darle la camiseta número “3” a un jugador al que no lo tenía en línea de fuego: Lucas Diarte.

Pero además sintió el impacto desde lo futbolístico. Dejó de ser un equipo con múltiples armas del verano y empezó a mostrar falencias a la hora de romper defensas de rivales que lo esperaron muy atrás. Principalmente lo padeció en sus partidos como local ante Lanús y Tigre. Se lució contra Rafaela, Aldosivi y Argentinos, indudablemente rivales muy pobres, pero falló en la última prueba contra Huracán. Y eso lo llenó de dudas.

VIRTUDES Y DEFECTOS

Gimnasia mostró convicción y resto físico para ganar partidos (algunos en remontada). Encontró dos extremos picantes (sobre todo Castillón) y un delantero que está encendido. Con eso, y presión alta, sacó provecho.

En contrapunto no fue muy bueno lo realizado por su defensa. Los centros cruzados han sido un dolor de cabeza y una materia pendiente para su arquero.

El Pincha, por su parte, es un equipo muy distinto cuando juega de contragolpe al que tiene que tomar la iniciativa. Los ligeritos pueden causar daño cuando la defensa rival dio el paso adelante. Depende -y mucho- de cómo se levante Gastón Fernández.

Pocos protagonistas tienen antecedentes en clásicos. En Estudiantes las lesiones de Leandro Desábato (un “talismán” con 15 partidos y una sola derrota) y Carlos Auzqui le hicieron bajar el promedio, que también se redujo en edad. Por primera vez arrancará con esos dos índices debajo del rival de toda la vida.

Gimnasia y Estudiantes están parejos. Más que nunca ganará el que acierte una jugada o el que se equivoque menos. La victoria parece estimular más a la visita, a la que también una derrota castigará más. El premio está ahí, al alcance de cualquiera, pero los temores son muchos y la gran duda es quién se animará a tomar riesgos en un clásico devaluado pero apasionante.