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Policiales |su casa esta a 10 cuadras de la del joven asesinado en un asalto

Crimen de Ensenada: el acusado es un vecino que vivía con su familia

Tiene 49 años. Estaba golpeado. Hallaron ropas con sangre. Y uno de los celulares robados

13 de Marzo de 2016 | 02:14

Walter Osvaldo Ferraras estaba en la puerta de su casa de Ensenada cuando llegaron los policías que lo detuvieron. Este hombre de 49 años, que supuestamente se ganaba la vida como albañil pero “estaba desocupado”, tenía “un fuerte aliento a alcohol y golpes en la cara”, dijo un investigador.

Adentro de esa vivienda que hasta entonces compartía con su mujer y su hija de unos 20 años había varias cosas que terminaron de complicarlo en la causa por la que quedó preso: el brutal homicidio en ocasión de robo de Juan Pablo Rigotti, el traductor de 32 años que el viernes pasado fue asesinado a puñaladas frente a su novia, a 10 cuadras de la casa de Ferraras.

El acusado fue trasladado ayer ante la fiscal Virginia Bravo, pero se negó a declarar, informaron fuentes judiciales.

La autopsia al cuerpo de Juan Pablo confirmó que recibió cinco puñaladas, cuatro en el abdomen y una en la región pectoral, que fue la que terminó causándole la muerte.

Ayer a la tarde, la vivienda de dos plantas de Francisco Cestino e Independencia, donde Rigotti vivía con su pareja Berenice Martínez (27), permanecía cerrada y vacía.

“La chica dijo que no vuelve más”, comentó Onofri Lombardo (69), un hombre que residió “desde siempre” en esa cuadra y ahora admite, igual que otros, tener miedo de continuar en ese barrio al que todos creían tranquilo.

La secuencia

Como se anticipó en la edición de ayer, el hecho ocurrió alrededor de las 4 de la tarde del viernes, cuando un hombre se coló en la casa de Rigotti y Martínez trepando por el balcón que da a la calle.

“Ellos dejaban abierta la persiana y la reja del dormitorio”, aseguró Lombardo, recordando que “inclusive quedaba así cuando no estaban. ¿Quién iba a pensar que podría ocurrir algo así?”, se preguntó.

El intruso tenía un cuchillo, con el que enseguida redujo a Juan Pablo y a su novia, llevándolos a la planta baja. Todo el tiempo pedía dinero, mientras sujetaba al joven por el cuello y lo hacía recorrer distintos ambientes.

“En ese momento el dueño de casa logró zafarse y se trabó en lucha con este sujeto, quien le produjo varias puñaladas y atacó también a la mujer”, detalló un jefe policial. La chica sufrió heridas cortantes en sus manos y el homicida algunos golpes en la cara “de parte de sus víctimas”, amplió el mismo vocero.

“Lo terrible es que después de acuchillar a Juan Pablo, le gritaba `te maté, te maté`. Y mientras se escapaba por el mismo balcón por el que entró, la miró a mi hija, le mostró la cuchilla y se le rió”, contó el día del hecho el suegro de Juan Pablo, Omar Raúl Martínez (65).

El asesino escapó de la escena con dos teléfonos celulares, una cámara de fotos y 800 pesos, corriendo por Francisco Cestino hacia Independencia, y por esta calle hacia Ingracia, hasta Bosinga. Por esa arteria siguió hasta Hernández, según reconstruyeron los pesquisas con el aporte de testigos y cámaras de seguridad.

Lombardo recuerda que quedó perplejo al ver a Rigotti y Martínez cubiertos de sangre.

“La chica salió cargando al muchacho desesperada. Pedía auxilio y decía `se me muere Pablo, ayúdenme`”, apuntó el vecino. Varias personas llamaron al 911, pero fue un matrimonio que justo pasaba por allí el que cargó a Rigotti en el asiento trasero de su auto y lo llevó, junto con Berenice, al hospital Cestino.

En el barrio seguían ayer indignados con la tardanza de la ambulancia. En contrapartida, reconocieron que “la Policía vino enseguida”.

Juan Pablo murió a las 5 de la tarde, mientras lo asistían los médicos. A su novia le curaron las heridas de sus manos y se las vendaron. Luego tuvo que enfrentar lo peor: recordar la secuencia y describir al responsable.

De él dijo que tenía “unos 50 años, era canoso, y tenía barba de varios días”.

“Mi hija contó que el asesino tenía los ojos dados vuelta, estaba borracho y drogado”, reveló el padre de Berenice, un conocido electricista de autos en Ensenada.

la busqueda

A los policías del CPC Ensenada, la comisaría Primera de esa ciudad y la DDI, se sumaron los detectives del Gabinete de Homicidios de la CDI La Plata y peritos de Policía Científica.

Lo primero que observaron fue que la escena era un caos, con manchas de sangre en toda la planta baja y la vereda. Dentro de la casa encontraron el cuchillo que usó el homicida y en las próximas horas será sometido a un estudio de ADN para cotejar ese perfil genético con el de Ferraras (se supone que en el ataque pudo dejar piel o lastimarse).

Mientras algunos analizaban estos rastros, otros revisaban las cámaras de seguridad callejeras y entrevistaban a los vecinos para recrear el recorrido del criminal en su fuga.

Eso los condujo hasta la calle Hernández entre Dolores y Pasaje Maipú, a unas 10 cuadras del lugar del hecho, “donde se levantan varias viviendas precarias”, dijo un investigador. En la puerta de una de ellas había un hombre de las mismas características que el asesino, con heridas en la cara y un “fuerte aliento etílico”. Era Ferraras.

La fiscal Bravo y el juez Federico Atencio ordenaron allanar la casa de este hombre.

Allí encontraron un teléfono celular LG y otro de la marca Samsung (uno sería el de Berenice), un par de zapatillas con manchas de sangre y una suela similar a “las improntas de las huellas halladas en el lugar del hecho”, ropa ensangrentada y, en los fondos de la vivienda, a medio quemar, más prendas y una botella de alcohol, según el informe oficial.

el arresto

En medio del allanamiento llegaron a la casa la esposa y la hija de Ferraras, quienes se mostraron sorprendidas por todo lo que estaba sucediendo. Hasta anoche no estaba confirmado que el acusado tuviera antecedentes penales. “Se está investigando”, aclaró un jefe policial.

Finalmente, el sujeto fue trasladado a la comisaría Primera de Ensenada y ayer quedó formalmente imputado de “homicidio agravado críminis causa y tentativa de homicidio críminis causa en concurso real con robo agravado por el uso de arma”. Con esta calificación podría recibir perpetua.

Por esos cargos lo indagó ayer la fiscal, pero Ferraras hizo uso de su derecho de guardar silencio.

Luego de la autopsia, el cuerpo de Rigotti fue entregado a sus familiares, quienes viajaron desde Tandil para despedirlo.

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