No era un clásico más

Estudiantes y Gimnasia llegaron al gran partido observados tras el escándalo en Mardel y demostraron que se puede jugar fuerte y no ir más allá

Por

Eduardo Tucci Opinion

E ra un partido a jugarse “bajo observación”, particularmente porque volvían a verse las caras después del escándalo y significaba el reencuentro en un campo de juego de muchos de los jugadores de uno y otro bando involucrados en la mayor trifulca de la que se tenga memoria. No era un clásico más: perduraban los temores por los efectos que podrían tener los ecos de aquella batalla campal que indignó a todos.

debian dar el ejemplo

Estaban obligados a ofrecer un comportamiento ejemplar y si bien existieron los roces y la pierna fuerte -imposible evitarlos-, el duelo se resolvió como debe ser, en el campo de juego con 22 hombres entregados durante noventa minutos a quedarse con el premio mayor.

Por suerte en este siglo de picantes pulseadas entre los dos colosos de la Ciudad, los episodios como el del 31 de enero se han visto ampliamente superados por choques duros pero leales.

El clásico se jugó como tiene que ser, como han sido la inmensa mayoría de los encontronazos entre Pinchas y Triperos con cualquiera como local o en terreno neutral

Y, además de la clara superioridad albirroja, vale destacar que los actores principales del pleito esta vez no equivocaron el camino, distinguieron con nitidez cómo son las formas normales de pelear por la victoria. Como lo hicieron durante tantos años los Aguirre Suárez, Pedro Galeano, Carlos Pachamé o Antonio Rosl, por nombrar sólo a algunos de los que defendiendo una u otra camiseta dieron forma al partido más esperado por los platenses.

Los catorce sancionados por aquel papelón marplatense, el partido inconcluso que esa noche perdieron los dos, más el repudio generalizado dejaron secuelas de todo tipo como los múltiples inconvenientes que debieron afrontar ambos cuerpos técnicos por la baja de varios titulares.

No tropezar con la misma piedra era la consigna de la hora y lo entendieron. Uno fue más que el otro pero, sin resignar a la lucha, en los dos primó la cordura.

El escándalo veraniego pegó fuerte, al menos en lo formal, durante la previa del clásico. La apuesta por la concordia incluyó la ausencia de declaraciones picantes y una reunión de ambos técnicos, dirigentes y jugadores en el despacho del Intendente; los más chicos aportaron lo suyo en el preliminar jugado el sábado, a cara de perro pero sin excesos.

Se logró dar vuelta la página tras el escándalo ocurrido en Mardel y los protagonistas volvieron a ser Estudiantes y Gimnasia

Así arrancaron este nueva edición del “Súper” platense: sin resignar la idea de poner y meter todo lo que tienen que poner y meter, pero respetando al que está enfrente y honrando un espectáculo con historia.

Se jugó como tiene que ser, como han sido la inmensa mayoría de los encontronazos entre Pinchas y Triperos con cualquiera como local o en terreno neutral. Daba un poco de vergüenza observar ayer cómo presentaban el partido los medios nacionales, calificándolo como “el primer acto después del bochorno”. Pero ese fue el precio que debió pagarse por lo ocurrido.

Esta vez la noticia fue el clásico. Más allá del juego más o menos vistoso, de las figuras o de los que estuvieron más flojos. Se logró dar vuelta la página, los protagonistas volvieron a ser Estudiantes y Gimnasia por todo lo que ellos son capaces de brindar. Y ese ha sido el mejor resultado.

Aguirre Suárez
Carlos Pachamé
Ciudad
Intendente
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Mardel
Pedro Galeano
Pinchas
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Triperos

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