Con resultados vitales mientras sigue buscándose como equipo

Cuatro partidos lleva Boca Juniors bajo la conducción de Guillermo Barros Schelotto, no perdió ninguno y ahora ganó el primero.

Los tres empates sucesivos anteriores podrían ser considerados poca cosa de acuerdo con las expectativas que siempre se generan en derredor de Boca pero como no pierde oportunidad de subrayar el propio conductor, por algo se cambió el entrenador, había una crisis. Dos clásicos y un partido clave en la altitud de La Paz suponían pruebas muy difíciles de remontar para las circunstancias de Boca y el equipo aguantó.

El de Racing por la Copa fue un partido horrendo, con River Plate se debió haber perdido pero no se perdió, con Bolívar se rescató un punto de sumo valor a último momento y con Unión Boca debió haber ganado mucho antes y más cómodo.

LO POSITIVO

El punto positivo que surgió en los segundos tiempos ante Bolívar y ante Unión fue esa siempre tan mentada “actitud”, Boca entregó todo, quedó a la vista que nadie se guardó ni una gota de esfuerzo para sacar a flote los resultados.

Claro está que, para sostener cualquier mínima ambición, Boca no podrá seguir obsequiando primeros tiempos pero paralelamente la lectura que surge es que son importantes los entretiempos, como si Barros Schelotto supiera que teclas tocar entre las paredes del vestuario para que sus jugadores, vueltos a la cancha, parezcan otros.

La deuda es el juego. Boca, en los últimos 45 minutos frente a Unión, fue fervoroso, por momentos asfixió a su rival y al final se lo terminó ganando sobre la base de la prepotencia bien entendida pero necesita jugar más y mejor.

Carlos Tevez, estrella y líder, con enorme amor propio está queriendo acercarse a su mejor versión pero todavía le falta y por otra parte, más allá del buen segundo tiempo de Nicolás Lodeiro, Boca no cuenta con un volante creador que administre bien los tiempos. Esa es una carencia más explícita que la tan conversada falta de “un 9”.

Lo que queda claro es que Barros Schelotto apunta a una formación que privilegie la ofensiva.

En una de sus primeras decisiones colocó a Fernando Gago como único volante central y por otra parte, los once que eligió para jugar con River, los once con que terminó en Bolivia y los once que puso ante Unión lo revelan.

No hay, de mitad de cancha en adelante, ningún jugador que no se lleve bien con la pelota. Por ello no deja de sorprender que a Boca le cueste tanto encontrar asociaciones. Está probando, el entrenador, para encontrar a los que jueguen a los costados de Gago, por dos plazas compiten cuatro: Rodrigo Bentancur (muy bajo), Nicolás Lodeiro (no halla regularidad), Pablo Pérez (su descontrol lo condiciona) y Marcelo Meli (el más sacrificado y el menos técnico).

Y BOCA VA....

Mientras busca, mientras se va conociendo con su tropa, mientras se ataja con que no le pidan milagros “hasta junio”, Boca va: el empate en Bolivia lo dejó bien parado en la Copa y con la victoria de último momento sobre Unión se aferró al pasamanos del último vagón en el tren del campeonato.