Razones que llevaron a Macri a blanquear la herencia K

Al final, el Presidente habló de la herencia. Y lo hizo sin medias tintas. Ante la Asamblea Legislativa, Mauricio Macri fue realmente lapidario al hacer un diagnóstico sobre el estado en que encontró al gobierno nacional tras doce años de gestión kirchnerista. “Me comprometo a publicar todos los datos, área por área”, enfatizó, en el pasaje más aplaudido de su discurso.

Macri saldó de ese modo, con un estilo crudo, sin concesiones, la discusión que se había generado dentro del propio gobierno, entre los que reclamaban blanquear la herencia y los que pedían tener cuidado para no provocar el desánimo colectivo. Y lo cierto es que pasaron las dos cosas: en esa encrucijada, el Presidente dejó preocupados a propios y extraños.

A los legisladores oficialistas, porque les quedó en claro que van a tener que defender posiciones incómodas, dominadas por la idea de la austeridad fiscal. A su vez, los opositores quedaron divididos en dos grandes grupos: los que no obstruirán a la gestión macrista y los que se opondrán a todo, referenciados en el kirchnerismo y los bloques de la izquierda.

En el primer grupo, el discurso presidencial no fue mal recibido, pero en la cabeza de esos diputados y senadores quedó rondando la idea de que no pueden “ser arrastrados como funcionales al ajuste” fiscal. Los kirchneristas, por su parte, la pasaron mal ayer en el recinto de la Cámara de Diputados, donde sesionó la Asamblea, y saben que se seguirán sintiendo así.

Es que el Presidente no mostró ninguna vocación por integrarlos al cambio político que propone, sino más bien de aislarlos y dejar que, en todo caso, sea el peronismo el que termine haciendo lo suyo. Por cierto que los kirchneristas más acérrimos son funcionales a esa idea, porque se encierran en una lógica defensiva mientras esperan el regreso de su “jefa”.

Macri fue realmente lapidario al hacer un diagnóstico sobre el estado en que encontró al gobierno nacional tras doce años de gestión kirchnerista

Sólo había que ver las caras de ex ministros como Axel Kicillof o Julio de Vido cuando Macri habló de la inflación y del mal estado de las rutas, entre otros cuestionamientos, para darse cuenta de que el peor momento del kirchnerismo no fue la reciente derrota electoral, sino que se registra en la actualidad. Y el jefe de Estado no vaciló en poner el dedo sobre esa llaga.

En ese aspecto, su proclamada intención de “unir a los argentinos” sólo puede ser tomada en cuenta hacia adelante, porque quedó muy claro que sobre el pasado no habrá acuerdo posible. La dureza del Presidente, justificada en el plano económico, podría sin embargo jugarle una mala pasada a sus espadas en el Congreso, que necesitan de los votos del arco peronista.

Por caso, el bloque que comanda en el Senado el rionegrino Miguel Angel Pichetto cuenta con 42 integrantes, de los cuales un piso de 12 votarán en contra de la derogación de la Ley Cerrojo, que reclamará el Gobierno tras el acuerdo con los “holdouts” en Nueva York. Luego del discurso de Macri, a Pichetto se le hará difícil contener a los 30 más colaboracionistas.

En la Cámara de Diputados, los números indican que el oficialismo se tiene que preocupar por llevarse bien con bloques como el Frente Renovador o el Justicialista que recientemente se escindió del FpV. De hecho, Massa sugirió que necesita otro gesto del gobierno sobre Ganancias antes de analizar un apoyo a la nueva política sobre la deuda externa.

Además, los bloques aliados de Cambiemos reclamarían un dictamen del procurador del Tesoro antes de votar el paquete que enviará el Gobierno al Congreso en las próximas horas. “Hizo bien en hacer el balance, aunque en algunos casos fue injusto”, deslizó un diputado de ese sector a EL DIA en el salón de los Pasos Perdidos, lindero al recinto de la Cámara baja.

“Encontramos un país lleno de deudas”, había afirmado más temprano el Presidente. Su intervención fue en un todo distinta a lo que acostumbraba Cristina Kirchner: nunca buscó darle un tono emotivo o épico, sino más bien institucional. Y los simpatizantes oficialistas se limitaron al ya conocido “sí, se puede” a la hora de exteriorizar su apoyo al mandatario.

Otra diferencia se notó en las calles aledañas al Congreso. Allí el gobierno montó un operativo de seguridad inusual, que incluyó cientos de efectivos policiales y helicópteros. A tal punto, que la ministra Patricia Bullrich aplicó el nuevo protocolo a los manifestantes que se acercaron a saludar a Macri a la plaza de los Dos Congresos, vigilando que no bajaran a la calzada.

En la Cámara de Diputados, los números indican que el oficialismo se tiene que preocupar por llevarse bien con el Frente Renovador y el PJ que escindió del FpV

Antes se subirse a la camioneta que lo trasladaba, el Presidente se trepó a un vallado para retribuir los saludos. Macri sabe que bajó su imagen pública en el último mes, a raíz de la inflación y de medidas impopulares, como la suba de tarifas. Pero el gobierno entiende que es el costo político que debe pagar para poner orden en la administración pública nacional.

Por eso Macri blanqueó la herencia con tanta crudeza ante la Asamblea Legislativa. Aunque esa jugada tiene una contrapartida evidente: en el mismo momento en que la expuso, se agotó el plazo para que su gobierno se acomodara en el poder. No por nada algunos de los principales consejeros del Presidente preferían que se mantuviera en una línea propositiva.