Suar sabe elegir

ALEJANDRO CASTAÑEDA

Hace tiempo que Suar encontró su personaje. Y ahora también encontró su mejor compañera. Es un actor que ha potenciado ante las cámaras su talento como productor. Tiene más olfato que talento actoral, aunque se ajusta apropiadamente al personaje que más le rinde: un chanta atolondrado, irresponsable, simpático y casero. Como actor de cine vivió un impasse de cinco años que fue prácticamente un relanzamiento de su carrera: en el 2003 hizo con Leticia Brédice “El día que me amen”, un film de otro género que escapaba cine a sus posibilidades. Cinco años después nace el Suar más exitoso: “Un novio para mi mujer” (2008), de Juan Taratuto, junto a Valeria Bertuccelli; en el 2010, “Igualita a mi (Diego Kaplan), haciendo pareja con Florencia Bertotti; dos años después, “Dos más dos”, también de Kaplan, con Julieta Díaz; y ahora “Me casé con un boludo”, de vuelta con Taratuto y de vuelta con Bertuccelli. En todos los casos el tono es el mismo y hasta los libretistas trabajan sus historias atendiendo a los dictados de la comedia hollywoodense, si es posible elegante y con más enredos que audacia. También su poder de convocatoria ha ido creciendo. A esta altura, Suar es una marca. Encontró un género (la comedia, a veces más risueña a veces más romántica), un par de realizadores a su medida y una actriz como Valeria Bertuccelli sin duda su mejor pareja. No es poco. La crítica suele maltratarlo injustamente. Claro que su registro actoral es limitado, pero lo que hace, lo hace bien. Y pega y gusta. El mayor mérito es que elige cuidadosamente: libros, realizador, tono y reparto. Sus comedias urbanas, con la ciudad como fondo y el amor como motor, son pegadizas y concurridas. Es la tercera figura en la taquilla, por detrás de Darín y Francella, pero es una marca cada vez más consolidada.