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Por ALEJANDRO CASTAÑEDA (*)
Hijos y novios nuevos complican todo
Mail: afcastab@gmail.com
La aparición de hijos y novios nuevos le puso aire fiestero a una política medio destemplada. A Evo Morales, el descubrimiento de un vástago le costó su futuro político; y al ex presidente Fernando Henrique Cardoso, otro hijo traspapelado dejó en suspenso su familia y su carrera. Los presidentes con hijos tardíos es un fenómeno conocido. Algunos aparecen en pleno ejercicio y otros, después. Pero es parte de la herencia de esos líderes que hacen todo a las apuradas y no se acuerdan qué prometieron, a quién y cuándo.
La aparición de nuevos de amoríos también ocupa lugar en una coyuntura en constante reacomodamiento. Las novias siempre aparecen y desaparecen con mucha facilidad. El aterrizaje de la Xipolitakis en el cielo de José Ottavis se llevó en el fuselaje una presidencia de bloque. El salteño Juan Manuel Urtubey, gobernador ganador, también estrenó novia. Pero a un Scioli perdedor le dolió casi como el escrutinio la foto de su mujer con nueva compañía. El realineamiento político siempre auspicia una renovación sentimental. El amor también legitima vencedores y vencidos. Y las transiciones se juegan para dentro y para afuera. A Evo se le había caído, de la declaración de bienes, un hijo y una novia. Y de a poco fueron reapareciendo. No en ganancias sino en pérdidas. Y el salteño Urtubey, que estaba casado con una Saravia, apellido con mucha prosapia y zamba, dejó familia y serranía para empezar a mirar con ganas la Casa Rosada. Su nueva novia es de estas pampas y el hombre cambió Balderrama por el Tortoni. Y renovó ambiciones y repertorio. “Dónde iremos a parar” canturrea su ex, mientras Juan Manuel ensaya “Mi Buenos Aires, tierra querida, donde mi vida terminaré”. ¿Y Scioli? Cuando vio en foto a Karina con Roemmers sintió que la cosa no tenía remedio. ¿Pasa algo con el laboratorista, le pregunto? La respuesta fue un parte campaña: “no pasa naranja”.
Los presidentes con hijos tardíos es un fenómeno conocido. Forma parte de la herencia de esos líderes que hacen todo a las apuradas y no se acuerdan qué prometieron, a quién y cuándo
Frente a este pequeño minué de hijos descubiertos y novios agazapados, no extraña que la masturbación vaya empezando a ser más un remedio que un desahogo. Demonizada durante largo tiempo, va ganado un lugar saludable en el botiquín de los buenos divertimentos caseros. El onanismo ha salido del armario y se convirtió en una práctica recetada y recomendable. Sin contraindicaciones y siempre de turno. Dos conocidas figuras han reivindicado ahora estas viejas manualidades. Es que el amor virtual ha pasado a ser parte del jolgorio de una época donde los contactos artificiales son los más frecuentados y el mano a mano va perdiendo fuerza.
La conductora de TV Carina Zampini sorprendió al hablar sin filtro sobre sexualidad en el programa Morfi, todos a la mesa. “Del 1 al 10, ¿qué porcentaje de paz y cuánto de regocijo familiar encontraste en estas vacaciones?” le preguntó su compañero Gerardo Rozín. Y Zampini contestó: “10”. Y siguió Rozín: ¿Y cuánto hubo de amor y sexo loco?”. Allí, Carina se puso seria: “La ecuación no me deja mentir. Si tuve 10 de familia y 10 de paz, de sexo desenfrenado mucho no hubo. Sólo por redes. Es que cuando estás en el río, piedras y solcito, tenés que agarrar el teléfono. Si uno no tiene algo de eso, no vive”.
Y a kilómetros de allí, Emma Watson, la “Hermioni” en la saga de Harry Potter, provocó un verdadero revuelo al confesar que está suscripta al sitio Omgyes.com. Feminista declarada, la joven de 25 años apoya la idea de que la masturbación femenina dejó de ser mala palabra para pasar a ser una estrategia en la búsqueda de placer. Omgyes.com es un sitio de internet que se llama “Oh, mi Dios, sí”, en el que por 29 dólares al mes se puede explorar la propia sexualidad y autosatisfacción con un acompañamiento virtual. Emma no sólo la frecuenta, también la recomienda.
Todo bien, aunque esto de cobrarte 29 dólares para enseñarte algo tan sabido, parece mucho, sobre todo porque la técnica no ha variado a través de los siglos. Es como andar en bicicleta. Se aprende de una vez y para siempre. La puesta en valor de la masturbación no es actualización sino reconocimiento. Como lo que es moda no incomoda, en cualquier momento aparece un coach trayendo nuevas maniobras. Alguna vez glosamos la oferta de una escuela en España que enseña a masturbarse para que los jóvenes no tengan que explorar otros contornos. El curso recompensaba la abstinencia y ofrecía una suerte de onanismo preventivo que garantizaba resultados y evitaba desilusiones. La escuela elevaba a nivel de materia puntable lo que fue siempre una tarea hogareña que sabe aprovechar la repitencia y el repaso.
Cuando Scioli vio en foto a Karina con Roemmers sintió que la cosa no tenía remedio. ¿Pasa algo con el laboratorista, le pregunto? La respuesta fue un parte campaña: “no pasa naranja”
Emma por un lado y Carina por el otro han mirado con desdén el viejo trámite del cuerpo a cuerpo y no han tenido empacho en pedir ayuda a compañeros irreales y rendidores. En las declaraciones de Watson hay ideología y en las de Zampini, resignación. Las dos mal o bien han puesto en suspenso el amor puerta a puerta para congraciarse con dos juegos solitarios que a puro dedo aseguran alivio, éxtasis y magia.
Hoy, Evo y Cardozo, desde la bronca, deben mirar a la masturbación como el remedio que no fue para un futuro político que ya no será.
(*) Periodista y crítico de cine
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