Ana María Semorile

A los 68 años falleció Ana María Semorile, partida que enlutó no sólo a sus familiares, sino también a diversos círculos platenses a los que se vinculó desde que llegó a la Ciudad.

Había nacido el 1° de octubre de 1947 en Mendoza; fue la única hija de María Martha Guiraldes y Adolfo Semorile.

En marzo de 1972, luego de completar la secundaria, se mudó a La Plata para cursar la carrera de visitadora de salud pública, titulo que le otorgó la facultad de Medicina de la UNLP.

En esa etapa conoció a Antonio Rossi, un estudiante marplatense con el que el 16 de agosto de 1974 cumplió el sueño de formar su propia familia.

El matrimonio estableció su hogar en la zona de Plaza Malvinas y la familia creció con los nacimientos de sus hijos Pablo y Adolfo. Con los años también tuvo la alegría de convertirse en abuela de Violeta y, en los últimos meses, esperaba el nacimiento de su nieta Emma.

Junto a su esposo cimentaron un vínculo que sorteó todo tipo de dificultades, como las que atravesaron en épocas de la dictadura.

Con el retorno de la democracia en 1983, adquirió un gran compromiso con la militancia en las filas de la UCR, en particular expresaba una profunda admiración por Raúl Alfonsín. En ese ámbito se hizo de grandes amistades.

La asistencia era su profesión, pero también una de las pasiones de su vida.

Ana María trabajó en el Ministerio de Salud, pero luego decidió dejar la administración pública para ingresar al Programa Alimentario Nacional - PAN -.

Años después, se incorporó al área administrativa de alumnos, en la facultad de Ciencias Naturales y Museo de la UNLP y fue encargada de inscripciones, cargo con el que se jubiló.

Ana María tenía una gran sensibilidad para el arte, tocaba la guitarra y era una cantante que se destacaba por su voz e interpretaciones. En ese plano, reconocía una profunda admiración por Joan Manuel Serrat.

También le gustaba la música clásica y disfrutaba de los conciertos y el ballet en el Teatro Argentino. Además dedicaba parte de su tiempo a la lectura general y a la poesía.

Esta agradable mujer, de finos modales, se reconocía como una persona tímida. Sin embargo, eso no le impedía ser sociable y afecta a las reuniones.

Los viajes también eran actividades que la estimulaban y, en particular, expresaba su entusiasmo cada vez que visitaba Mendoza, provincia a la que viajó durante 18 veranos consecutivos, mientras sus padres estuvieron vivos.

Ana María estudió italiano en la escuela Dante Alighieri y obtuvo una beca para viajar a Italia en 1981, eso le permitió perfeccionarse en la Universidad de Extranjeros de Perugia. Además realizó distintos cursos de filosofía con los que procuraba responder a sus inquietudes trascendentales.