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La Ciudad |JORDI BORJA, REFERENTE MUNDIAL EN URBANISMO

“Hay que acabar con el auto particular en las ciudades”

En diálogo con EL DIA el experto catalán aportó claves para pensar las ciudades en el futuro

“Hay que acabar con el auto particular en las ciudades”

El urbanista catalán Jordi Borja disertó en La Plata sobre su perspectiva del proceso urbano

24 de Abril de 2016 | 02:12

Una ciudad en la que se mezclen el pobre y el rico, donde se prohiba el uso del auto y en la que se limite la especulación del mercado inmobiliario para que las viviendas sean más accesibles, son algunas de las claves para pensar las grandes urbes del futuro según Jordi Borja, urbanista y geógrafo catalán que pasó esta semana por La Plata. Referente mundial en la materia, Borja abordó esos y otros desafíos de las grandes metrópolis durante las Terceras Jornadas Latinoamericanas de Patrimonio y Desarrollo, que se desarrollaron en nuestra ciudad.

“Las ciudades se han hecho demasiado grandes, pero eso no es problema; el problema es vivir en una zona rural y estar aislado de servicios esenciales o tener que recorrer dos horas para llegar al trabajo”, dijo Borja, Máster en Urbanismo y también licenciado en Sociología y Ciencias Políticas.

En una entrevista exclusiva con EL DIA, Borja abordó diferentes temáticas y se refirió a la “explosión” vehicular que se observa en las grandes ciudades. Vaticinó que en unos años parecerá una locura el tránsito que hay en la actualidad.

“Las políticas de vivienda de América Latina son aberrantes, incluso las que se supone bien intencionadas”

“Dentro de 50 años dirán, ‘estaban locos’. Si los autos son un problema, basta con los autos particulares en la ciudad, ya no pueden circular”, dijo.

Para el experto hay que estimular el uso del transporte público urbano. Argumentó que en el mundo hay mil millones de vehículos (se estima que en 2050 habrá 2 mil millones) que pertenecen al 15 por ciento de la gente, que producen contaminación y víctimas de tránsito, además de los evidentes embotellamientos. Por eso, insistió, hay que desestimular su uso, “que no se pueda usar en ningún lado, hay que tomar una medida radical”, opinó Borja, para quien los autos solo deberían utilizarse los fines de semana o de noche. “El automóvil privado lo usa una minoría de la población”, resaltó.

Borja también habló del desarrollo conjunto de políticas para reducir la desigualdad social que también se expresa en la “injusticia espacial”. Con una mirada crítica hacia los barrios que se construyen lejos de las ciudades para las personas de bajos recursos, Borja aseguró que “se deja a los sectores populares fuera de la ciudad, se los envía a 20 o 30 kilómetros y son quienes más necesitan tener todo al alcance; viven sin calles, sin servicios, sin transportes, eso es un claro ejemplo de segregación social”, aclaró el urbanista.

Desde su perspectiva, los barrios alejados de las ciudades “dejan fuera de juego” a las dos terceras partes de la población, generalmente constituidas por niños, mujeres y ancianos, quienes para trasladarse dependerían de tener un auto. Por eso calificó como “aberrantes” las políticas de vivienda aplicadas en América Latina y fue más allá: “A los políticos habría que hacerles un juicio criminal y penal por esos barrios que construyen”.

“En la década de los 90, en la periferia de Chile se hicieron 200 mil viviendas, pero realmente era mejor vivir en villas miseria del centro que en ese lugar; algo similar ocurrió en México, se hicieron 2 millones de viviendas, muchas en el medio de la nada. Las personas estaban obligadas a recorrer dos horas para ir a trabajar y otras dos horas para volver, está claro que el urbanismo puede segregar”, ejemplificó Borja.

Si para este urbanista que la gente de pocos recursos viva lejos y sin servicios es algo “criminal”, no le resulta ajeno que para ellos son inaccesibles los créditos blandos y los valores regulados por el mercado inmobiliario.

“El suelo debería ser todo público, como el aire, el agua o el transporte, porque los bienes que todo el mundo necesita deben estar afuera del mercado; una cosa es la propiedad del suelo y otra, el uso que se le da”, afirmó y justificó: “Si elimináramos el coste de la especulación privada y el coste de la financiación, hacer una vivienda saldría la mitad y todos podrían acceder a ella”.

En suma, para Borja hay políticas urbanas que hacen que el mercado excluya a unos y privilegie a otros, pero cree que es posible hacer ciudades heterogéneas y compactas. Por eso entiende al urbanismo como una dimensión de la política en la que deben intervenir los técnicos, los profesionales, los empresarios y los colectivos sociales para que todos accedan a los bienes y servicios de la ciudad. “Cuando eso no es así, es porque se incumple por la fuerza del mercado, de la propiedad”, aseveró.

“Al hablar de plusvalías urbanas, se habla de que el 15 por ciento debe volver a la comunidad y yo me pregunto por qué no el 85%; eso debería revertirlo el poder político porque la especulación urbana es fuente de corrupción; un beneficio ficticio, el dinero que produce dinero. Para frenar la especulación tiene que haber voluntad política y los problemas de los ciudadanos son fácilmente solubles”, aseguró.

LA CIUDAD, COMPLEJA MEZCLA

El investigador opinó que en la ciudad del futuro hay que revalorizar la ciudad como mezcla compleja de individuos, ciudadanos capaces de protagonizar tanto procesos culturales como movimientos de resistencia.

“Las ciudades son dinámicas y muy contradictorias, lo más interesante es ver el proceso; también están las ciudades disolventes, tribales, como por ejemplo son los barrios cerrados”, apuntó Borja y como un aspecto negativo resaltó la experiencia de establecimientos escolares a los que asisten niños de la misma situación económica y grupo social, que son, según cree el experto, los que por lo general presentan mayores problemas de aprendizaje.

En cuanto al rol de las nuevas tecnologías, Borja propuso estar atentos al control que ejerce el poder político porque se puede producir fragmentación de la información. “Podemos saber la cantidad de autos que pasan por una carretera, pero no dirán la contaminación que producen”, sostuvo.

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