Juego de expectativas

Cinco temporadas completadas de “Game of Thrones” generaron desmesuradas expectativas previo al debut de la sexta entrega, el domingo por la noche: la serie que llegó para salvar el aburrimiento que abate la televisión (al menos en Argentina) en estos días, generó tuits (fue trending topic), posts de Facebook (todos sufrimos el bombardeo de “todo listo #DominGOT” en nuestro timeline) y reuniones con picadas a la par del superdomingo futbolero con tres clásicos (y ninguna flor).

Para muchos, un paralelismo válido: porque así como el domingo parecía el edén de los apasionados del deporte rey y terminó seco de alegrías, el inicio de la sexta temporada sugirió más de lo que entregó, en particular para aquellos millones de seguidores que siguen la serie pero, a un año del final de la quinta temporada, no recuerdan las líneas argumentales, las locaciones geográficas y hasta incluso olvidaron algunos nombres.

Por eso, año tras año, “Game of Thrones” tarda en calentar motores. En ese sentido, el episodio que pudo verse desde las 22 por HBO (gratis esta semana para los usuarios de cable) y Cinemax (señal de cable que no es premium y que por suele mostrar en simultáneo los inicios de temporada de la serie) fue casi un show de sketches: un ratito con cada personaje, y final.

Porque son tantos que no hay tiempo para más (y de hecho, quedó afuera, por caso, Bran Stark): el desafío de esta temporada, la antepenúltima del show, será comenzar a atar todos estos cabos de las múltiples historias sueltas para terminar con el nudo de la historia y adentrarse, desde 2017, en el desenlace.

De todos modos, la sexta temporada comenzó con la tradicional paciencia de la serie para cocinar las más espeluznantes tramas de traición a fuego lento, apenas poniendo la mesa para el banquete que, se respira, vendrá esta temporada. Y a pesar de darnos algunos minutos con cada personaje solamente, y siendo que se trata de una historia donde los más amados personajes mueren como extras y a la que inevitablemente debe costarle sostener su ritmo de giros y sorpresas, el primer episodio reservó para el final un impresionante “cliffhanger” de Melisandre, la Mujer Roja que da nombre al episodio, una revelación importante respecto a un personaje que será crucial en esta temporada y para su evolución... y una imagen que quedó impregnada en la mente de la audiencia.

Es, en una temporada que comienza con la reina de los dragones sin poder, Jon Snow muerto y Sansa comenzando a convertirse en matriarca del desafortunado clan Stark, casi un golpe de efecto diseñado para distraer al televidente de la falta de respuestas que se dieron a esas incógnitas planteadas al final de la temporada pasada: una estrategia clave para dosificar sorpresas y cerrar la sexta temporada en el peor punto imaginable para la pobre audiencia, que tras apenas diez episodios tendrá que esperar meses para una nueva dosis.